8/10. En el Cuarto del Barba, Rosario de Acuña

En Córdoba, la ciudad1
Rica en artes y en recuerdos,2
En una estancia pequeña3
De un palacio solariego,4
Que se mira sin escudo,5
Por más que debió tenerlo,6
Rara estancia que se adorna7
Con muebles en parte nuevos,8
Y en parte de medio siglo,9
Sobre un sillón algo recio10
Teniendo en frente una imagen11
De cera, de corcho ó fresno,12
Que no se ve de lo que es13
Con el barniz sobrepuesto,14
Cuya imagen, encerrada15
En un fanal verdi-negro,16
Se levanta en una mesa17
Que está algo coja del tiempo,18
Y que sirve, á más de altar,19
De estante de libros viejos,20
Sobre el sillón recostado,21
Y en la negra sombra envuelto22
De una pantalla, inclinada23
Sobre un quinqué que, de lleno,24
Ilumina de Fernando25
El rostro tostado y serio,26
Se ve un señor, sin edad27
Porque la oculta su ceño,28
Y que, á la sombra mirado,29
Se parece desde luego30
Á Fernando, con lo cual31
Por su padre le tendremos.—32
«¿Y te costó convencerla?»33
«No mucho, padre, yo creo34
Que algo hay cierto en lo que dicen.»35
«¿Y ahora sales con que es cierto?»36
—Dijo el trasunto retrato37
De aquel gallardo mancebo.—38
«Mucho he sentido tener39
Que hablarte, Fernando, de ello,40
Pero hijo, piensa y verás41
Que es tu porvenir primero;42
Aunque sé que desde niño43
Ese amor vivió en tu pecho,44
Nunca he querido aludir45
Á que era fuerza romperlo;46
Ella lista, apasionada,47
Tú niño audaz é inexperto...48
Era preciso dejarte49
Al amor, como maestro;50
Pero llegado á esa edad51
En que manda el pensamiento,52
Fué necesario correr53
De las ficciones el velo:54
Su cabeza no está buena,55
Tú mismo, sin yo saberlo,56
Ya lo venías pensando;57
No digo, ni mucho menos,58
Que virtud la falte, no,59
Pero tú ya ves, sin seso60
No se ve mujer honrada61
Y, además, medita, bueno...62
Si fuera acaso marquesa63
O millonaria, á lo menos...64
Poniéndola en cura... vamos...65
Pero ya ves, ni aun en esto66
Se pueden hallar razones67
Para enlazaros; yo creo68
Que pienso muy bien y soy69
Para tí, cual debo serlo.»70
—Aquesto su padre dijo,71
Y el hijo siguió diciendo:—72
«Lo que dices es verdad,73
Pero ¡cuándo tanto tiempo74
Se quiso!... ¡en fin!... sobretodo75
Que ya no tiene remedio;76
Esta mañana la hablé77
Como me dijiste, y creo78
Que, si ahora sentimos ambos79
La separación, el tiempo,80
Que siempre se lleva todo,81
Se llevará el sentimiento,82
Y mucho más cuando miro,83
Aunque la razón no acierto,84
Que, esa María levanta85
Á extraña región su vuelo.»86
—Tosió aquí el padre sin duda87
Por querer hablar muy presto.—88
«¿Qué mujer has visto, di,89
Con tan pocos miramientos,90
Que acuda siempre á las citas91
Que la das, pues yo comprendo92
Que, antes de mirarte novio,93
Te mira cual hombre, y creo94
Que, si contigo hizo así,95
Con otro hiciera lo mesmo?...96
Conque, hablemos de otra cosa;97
¿Cómo siguen los terneros?»98
«Tan gordos, padre.»—«¿Y las yeguas?»99
«Mudando todas el pelo.»100
«Tengo que ir á verlas: díme101
Y ¿encontróse el burro negro?»102
«Así que dejé á María103
Busqué á Martín el cabrero,104
Y con él estaba el burro.»105
«Buena noticia, me alegro.»106
—En esta forma y manera107
Hablaron por largo tiempo108
Hasta que un reló, de cuco,109
De tanto andar descompuesto,110
Se puso á contar las once111
Y se paró sin hacerlo;112
Abrióse la puerta á poco,113
Y, con sendo candelero114
De reluciente metal,115
Entró una dama de tiempo:—116
«Que ya está la cena,»—dijo.—117
«Madre, esta noche no ceno.»118
«Yo sí, mujer,»—replicó119
El padre.—«Qué ganas tengo120
De probar la miel de caña121
Que ayer se compró al manchego.»122
—La mujer dejó la luz123
Sobre la mesa; salieron,124
Primero el padre, después125
El hijo.—«Madre, ¿te espero?»126
—La dijo en la puerta.—«No;127
No me esperes, que me quedo128
Á encender la lamparilla129
Á Santa Rita; voy presto.»130
—(Santa Rita era sin duda131
La del fanal verdi-negro).132
Esto sucedió en la noche133
En que el abismo tremendo134
En sus antros recibió135
Aquel acabado cuerpo,136
Donde el alma de María137
Halló en el mundo su encierro.138

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