5/10. El Autor, Rosario de Acuña

El eco de la voz de aquel amante1
Se perdió en el espacio; muda y fría,2
Miró hacia el sol María;3
Después hizo una trenza en su cabello;4
Con el pulgar de su rosada mano5
Quitó del rostro bello6
Una lágrima audaz que lo surcaba7
Y que á los rayos de la luz brillaba,8
Como una fresca gota de rocío;9
Se recogió en el talle su pañuelo;10
Miró á la senda que á sus pies se abría11
Y, fijas sus miradas en el suelo,12
Comenzó á caminar con lento paso,13
Dando la espalda al sol, frente al ocaso.14
Él la miró marchar, con ironía.15
Hizo un mohín de duda, y con la mano16
La frente se tocó, como quien dice:—17
«Algo debe faltarle á esa infelice.»18
—Alzó sus hombros; recogió su abrigo;19
Y, tosiendo, después, seco y cortado,20
Se alejó de María21
Por un sendero del opuesto lado.22
De pronto, oyóse un grito penetrante,23
Agudo, como el grito del que mira24
En noche de naufragio y de tormenta25
Apagarse la luz por quien suspira;26
Fernando se paró, quiso volverse,27
Pero antes de cumplir con su deseo28
Dos brazos le impidieron el moverse;29
Unos labios de fuego, temblorosos,30
Por lágrimas de pena humedecidos,31
Dejaron escapar impetuosos32
El rayo abrasador de los sentidos;33
Un beso, el de los sueños amorosos,34
Daba á su amante la infeliz María,35
Y en tanto que él, cual insensible roca,36
Se dejaba besar diciendo—«¡Loca!!...»37
—La joven en su anhelo repetía—38
«¡¡Quiero llevarme un beso de tu boca!!»39
...............................................40
¡Oh misterio sin igual! El lazo41
De la atracción ¿do existe, cuando liga42
Desemejantes almas? ¿Do reside43
Esa ley del amor que á tanto obliga,44
Y que manda, y preside,45
La indisoluble unión de dos conciencias?46
¿Cómo se pueden sujetar á un tiempo47
Opuestas existencias?...48
¿Cómo el alma de aquella que vivía49
En los efluvios del amor, ligóse50
Á otra alma informe, vanidosa y fría,51
Que no contó uno más de sus latidos52
Ni ante el fuego voraz de los sentidos?...53
¡Vida, espíritu, muerte, sombras, dudas54
Y abismos, donde el alma se confunde!55
¡Esfinges pavorosas, siempre mudas56
Ante el afán que anima al pensamiento,57
Jamás responden al humano acento,58
Solamente su impávida mirada59
Descubre, igual que al sabio al ignorante,60
Que al fin llega un instante61
En que dice Ya sé que no sé nada.62

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