7/10. Entre Bastidores, Rosario de Acuña
Sobre un peñasco inmenso y recortado 1
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En agujas salientes, 2
En sus cimientos cóncavos bañado 3
Por el agua que arrastran dos torrentes, 4
Cuando la luna en el cenit se alzaba, 5
Hallábase la huérfana María 6
La noche de aquel día 7
En que su amor sin alma la dejaba. 8
Nadie supo jamás de qué manera 9
Pudo salir, de noche, de su casa; 10
No es extraño, si bien se considera, 11
Que en aquel sitio, siempre despoblado, 12
Resuelta el alma, el cuerpo acostumbrado 13
Á caminar por ásperos terrenos, 14
No se teme el andar por el terrado, 15
Y el saltar una tapia es lo de menos; 16
Ello fué que salióse de aquel nido, 17
Donde jamás halló calor ni amores, 18
Y, sola, triste, deshojando flores 19
De las que al paso hallaba, 20
Inclinada la frente sobre el pecho, 21
Silenciosa, y despacio, caminaba 22
Por un sendero estrecho, 23
Que al peñascar descrito la llevaba; 24
Allí paróse; el rostro alzó; la luna 25
Iluminó su frente; muy hundidos, 26
Húmedos de llorar, sin luz alguna, 27
Sus elocuentes ojos se veían; 28
Escuchemos aquello que decían, 29
Mientras fijaban trémula mirada 30
En las revueltas ondas del torrente, 31
Que en el profundo abismo se escondían 32
Para brotar después en mansa fuente. 33
............................................... 34
«¡Madrid!... ¡y allí el vacío y la tristeza 35
Donde quiera que vaya!... ¡Aquí, á lo menos, 36
Escucha mi dolor naturaleza!... 37
¡Mi dolor! ¡dónde está, si yo soy toda 38
Dolor, desde el instante 39
En que no miro el fuego de sus ojos!... 40
¡Y no me quiere, no, ni aun para amante!... 41
¡Y he de vivir!... ¡Error! tan sólo abrojos 42
Me ofrece la existencia... 43
Pero ¿y el cielo? ¿y Dios? ¿y mi conciencia?...» 44
—Aquí se estremeció, tal vez de frío, 45
Ó, tal vez, de mirar tanto al torrente 46
Que suele estremecernos el vacío 47
Cuando le vemos sin cesar en frente.— 48
«¡Dios! ¡la conciencia! ¡el cielo!... ¡sin él nada! 49
¿Para qué me ha servido la pureza 50
De mi conciencia? ¿Para qué el anhelo 51
Con que he fijado, siempre, la mirada 52
En el azul espléndido del cielo? 53
¿Para qué ese temor, pueril acaso, 54
A un Dios que nunca hallé, ni vi tampoco? 55
¿Qué conseguí, mientras gocé la vida? 56
¡El escarnio y la burla ante mi paso! 57
¡Hallar espinas por do quier que toco! 58
¡Y, con el alma huérfana y herida, 59
Hundirme, poco á poco, 60
En un abismo de tristeza y llanto, 61
Que desgasta las fuerzas de mi cuerpo, 62
Y que lleva también al Campo-Santo!... 63
Pues morir por morir, ¡venga la muerte, 64
Y que, en vez de llevarse en mis despojos 65
Un extraño armazón seco é inerte, 66
Y unos marchitos y apagados ojos, 67
Se lleve un cuerpo juvenil y fuerte, 68
Y el brillante fulgor de una pupila 69
Que, trémula de amores y de enojos, 70
Con vivo fuego sin cesar vacila! 71
Algo tengo que dar, la muerte sea 72
La que recoja ese algo que la ofrezco; 73
Y pues todos me dicen á porfía, 74
Que vivir en la tierra no merezco, 75
Por ser extraño ser, de extraña forma, 76
Que vive sin igual entre los suyos, 77
Y pues aquesto la razón informa, 78
Con ejemplos sin fin, con experiencias, 79
Dejemos á las otras existencias 80
En este mundo suyo, que no es mío, 81
Y hagamos para el alma 82
El eterno vacío, 83
Donde es seguro encontraré la calma!... 84
Y ¿el amor? ¡ay! ¡inútil es buscarlo 85
Sin Fernando! ¡jamás hallarle puedo!... 86
Él me mandó olvidarle, 87
Tengo que obedecerle, y tengo miedo 88
Que al encontrarse el alma sin su guía, 89
Se pierda en un deshecho torbellino 90
Y me arroje de lleno en el destino 91
De ser loca que el mundo me auguraba!... 92
¡No! ¡no quiero que acierte! ¡por lo menos 93
Que una vez se equivoque en su sentencia, 94
Y si de loca me trató algún día 95
Que nunca lo confirme mi existencia!!» 96
—Esto hablaron los ojos de María; 97
La luna de esplendores rodeada 98
Su órbita inmensa sin cesar seguía; 99
Los soles del espacio 100
Brillaban como chispas de topacio; 101
Cantaba el ruiseñor en la enramada, 102
Y un confuso vibrar de ayes y risas 103
Brotaban sin cesar de la cascada. 104
Después se oyó un suspiro prolongado, 105
Un ¡ay!!... triste y profundo, 106
Eterno adiós á nuestro bello mundo 107
De un alma que partía 108
Sin material dolor, sin agonía... 109
Luego, como una masa informe, inerte, 110
Sin espíritu ya, sin pensamiento, 111
El cuerpo de María, 112
Despojo hermoso que logró la muerte, 113
Rodó, por los peñascos, al abismo, 114
Mientras lejano el eco repetía: 115
«¡¡No quiero, sin su amor, ni el cielo mismo!!» 116