3/10. Él, Rosario de Acuña
Envuelta en triste niebla la mirada 1
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De sus ojos, muy negros, muy rasgados, 2
Brillante sólo al soplo pasajero 3
De alguna vanidad, de la memoria 4
De una riqueza material, del goce 5
Soñado de un placer alegre ó fácil, 6
Y brillantes, también, cuando simulan 7
Los afectos, y al hacer alardes 8
De inusitado amor hacia sí mismo; 9
De veinte años apenas, tez ajada 10
Por el sol y el insomnio de la dicha, 11
Labios de matiz rojo, bien plegados, 12
Brindando amor y haciendo al pensamiento 13
Su cómplice en perjurios y en embustes; 14
Frente llena de luz, alta y hermosa 15
De negra cabellera rodeada; 16
Armónica la voz, que en ricos tonos 17
Pronuncia siempre frases escogidas, 18
Llenas de colorido y de viveza, 19
Pero siempre ligeras y vertiendo 20
Un tinte burlador, liviano, impío, 21
Que en vez de hacerlas suaves, melodiosas, 22
Las trasforma en un áspero conjunto 23
De informes y confusas vibraciones; 24
Alto, pero inclinado hacia la tierra, 25
Cual si temiera levantar su frente 26
Por encima de míseros mortales; 27
Entre falsas virtudes, educado 28
En los altares del becerro de oro, 29
Tal es Fernando; siempre vacilante, 30
En el profundo abismo de las sombras, 31
Allí habrá de morir sin que su fuego 32
Vierta luz ni calor, sin que se vean 33
Las grandezas que guarda en sus repliegues, 34
En vez de iluminar, con sus fulgores, 35
El ancho espacio de la humana vida 36
Y perecer en fúlgido destello. 37
Habrá de ser reflejo blanquecino, 38
Tenue llama fugaz, que, lentamente 39
Sin rastro, ni color, se irá borrando 40
Del horizonte eterno de las almas, 41
Sin que á su muerte se oscurezca el cielo, 42
Sin dejar un recuerdo de tristeza, 43
Que, en tal vacío y entre tanto hielo, 44
Se olvida, aun cuando exista, la belleza. 45