¡Più avanti!, Almafuerte (Pedro B. Palacios)

No te des por vencido, ni aún vencido,1
no te sientas esclavo, ni aún esclavo;2
trémulo de pavor, piénsate bravo,3
y acomete feroz, ya mal herido.4

Ten el tesón del clavo enmohecido5
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;6
no la cobarde estupidez del pavo7
que amaina su plumaje al primer ruido.8

Procede como Dios que nunca llora;9
o como Lucifer, que nunca reza;10
o como el robledal, cuya grandeza11
necesita del agua, y no la implora...12

Que muerda y vocifere vengadora,13
ya rodando en el polvo, tu cabeza!14

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  • Juan manuel castañeda Oct., 2023

    La poesía extensa que tituló “la sombra de la Patria” y presentó en un teatro de La Plata (ciudad) en 1913, recrea claramente su personalidad a un siglo de la independencia (solo nominal) de Argentina; que puede interpretarse hoy, un siglo mas, como la profecia terminada de cumplir que encarna el extremo alta e integralmente crítico de mi Pais, la Argentina. Recomiendo su lectura que ratifica el carácter visionario de un poeta y escritor UNICO. J.M.Castañeda.


Análisis

Pedro Bonifacio Palacios (1854-1917) nació en la provincia de Buenos Aires, Argentina. Cuando tenía cinco años de edad, perdió a su madre y fue abandonado por su padre, lo que dejó profundas huellas en su personalidad. Desde su adolescencia, se entregó a la práctica de la poesía, la docencia y el periodismo, y lo hizo en diversas ciudades del interior de la provincia, como Trenque-Lauquen, Salto, Chacabuco y Mercedes; también en las ciudades de La Plata y Buenos Aires. Las limitaciones económicas le impidieron tener una educación académica y lo llevaron a su condición de autodidacta.

El poeta argentino Héctor Miguel Ángeli muestra su fibra emotiva en los siguientes párrafos de Almafuerte: la poesía de un predicador (2005):

Agregar otros datos a esta biografía sería inútil. Pedro B. Palacios se perdería igualmente en la niebla de una obsesiva singularidad, altisonante de egolatría y a la vez deprimida por la comprensión casi maniática del dolor y la miseria. Él mismo propuso el escondite de un seudónimo. La posteridad pudo complacerlo. E intuimos que allí se siente cómodo.

Pedro B. Palacios quiso sintetizar en Almafuerte la lección moral que creyó necesario transmitir. Toda su vida y toda su obra giraron en torno de esa lección moral. La tomó como un deber y una proclama. De ahí que pueda confundírselo con un revolucionario cuando, en realidad, fue solamente un rebelde.

Nebulosas y contradicciones permiten afirmar que Almafuerte es la figura más extraña de nuestras letras. Nadie se le parece e intentar parecérsele sería risible. De él puede decirse todo lo bueno y todo lo malo y todo, igualmente, podría justificarse.

Además, cuenta y se proyecta como en ninguno su vida cotidiana, a tal punto que no llegamos a saber bien si esa vida nos interesa por su poesía o su poesía por esa vida. Esta conjunción existencial logró destacarlo entre sus contemporáneos. Ni los más elegantes y correctos de entonces (Calixto Oyuela, Leopoldo Díaz, Rafael Obligado) pudieron sobrepasar el frío recuerdo de los diccionarios y las enciclopedias. Almafuerte quedó más allá.

En virtud del carácter popular de su poesía, Almafuerte está a distancia de los románticos como Olegario V. Andrade o Carlos Guido Spano, e igualmente alejado del modernismo de Rubén Darío y sus discípulos. El ensayista, narrador y poeta argentino Alberto Julián Pérez, en su ensayo Almafuerte y la poesía popular (2002), dice:

Muchos de los críticos y poetas contemporáneos a Almafuerte pensaron que su poesía contenía imágenes poco poéticas, o que sus versos eran defectuosos. Para Ricardo Rojas, por ejemplo, el idioma que usaba el poeta adolecía de “caídas”, su versificación era pobre, su técnica y su gramática incorrectas, a pesar de lo cual le reconoció su inspiración y su pasión. Darío aprobó la fuerza de sus versos, […] pero creyó que a Almafuerte era mejor no considerarlo poeta, y que quizá fuera algo más, un «vate» o un «hierofante». Todos coincidían, sin embargo, en reconocer la fuerza de sus imágenes. Al mismo tiempo, se afirmó que muchas de sus imágenes eran groseras o desagradables y recargadas.

La comunicación de Almafuerte con su público fue excepcionalmente fluida. Aun habiendo publicado un solo libro en su vida, gozaba de gran popularidad, debido principalmente a sus abundantes publicaciones en diarios, revistas y folletos, así como a los recitales poéticos que ofrecía en teatros y cines. Pero los ámbitos de la cultura sentían su poesía como algo extraño que no estaba dirigido a ellos. Y así era; Almafuerte escribía para un público de criollos y de inmigrantes, y les declamaba sus versos en alta voz porque muchos de ellos no sabían leer.

Las composiciones más populares de Almafuerte fueron Cantar de los cantares, El misionero, Jesús, La inmortal, Confiteor Deo y los Siete sonetos medicinales. Estos son los poemas que el poeta parecía apreciar más y los corrigió con esmero durante toda su vida.

Jorge Luis Borges seleccionó el contenido del libro Prosa y poesía de Almafuerte (Eudeba, 1962), en cuyo prologó dejó anotaciones como las siguientes:

Hace algo más de medio siglo, Evaristo Carriego, que venía todos los domingos a nuestra casa, nos recitó en el escritorio, bajo los azulados globos del gas, una tirada acaso interminable y ciertamente incomprensible de versos. […] Hasta esa noche el lenguaje no había sido otra cosa para mí que un medio de comunicación, un mecanismo cotidiano de signos; los versos de Almafuerte que Evaristo Carriego nos recitó me revelaron que podía ser también una música, una pasión y un sueño. Housman ha escrito que la poesía es algo que sentimos físicamente, con la carne y la sangre; debo a Almafuerte mi primera experiencia de esa curiosa fiebre mágica.
[…]
Los defectos de Almafuerte son evidentes y lindan en cualquier momento con la parodia; de lo que no podemos dudar es de su inexplicable fuerza poética.
[…]
Almafuerte es orgánico, como lo fue Sarmiento, como muy pocas veces lo fue Lugones. Sus fealdades están a la luz del día, pero lo salvan el fervor y la convicción. Como todo gran poeta instintivo, nos ha dejado los peores versos que cabe imaginar, pero también, alguna vez, los mejores.

Tampoco Rubén Darío pudo sustraerse a la misteriosa atracción de la poesía de Almafuerte. En un artículo publicado en 1895 en el diario La Nación de Buenos Aires, dice:

No lo he visto nunca. No lo conozco personalmente. He preguntado por él a algunos que lo conocen. En resumen, me han hablado de un misántropo, o más bien de un loco. En efecto: dicen que es un hombre que huye de las exhibiciones, del trato de las gentes, de las mascaradas elegantes y de los círculos melosos. Que no ocupa un puesto digno de su talento porque sufre la anquilosis moral que le impide inclinar el espinazo delante de nadie; que se ha aislado, enemigo de las hipocresías ciudadanas; que se ha dedicado al cultivo intelectual de los niños, es maestro de una escuela de tierra adentro; que su carácter es bravío y acerado; que adora sus ideales con un hondo fervor; que ama a los pobres y a los pequeños, y que tiene la fe de su fuerza y el orgullo viril de su talento. No hay duda: ¡loco, loco de remate!

Almafuerte vivió ajeno a movimientos literarios, a especulaciones estéticas y a devaneos intelectuales. La fuerza de su personalidad, el empuje de sus convicciones y su compromiso moral y afectivo con los estratos más sufridos de la sociedad lo alejaron del lenguaje culto e indirecto de los miembros de la llamada Generación del 80 (Rafael Obligado, Estanislao Zeballos, Luis María Drago, Lucio V. Mansilla, Joaquín V. González, Eduardo Wilde, Paul Groussac, Miguel Cané…).

Los Sonetos medicinales son siete poemas publicados en 1907, cuando Almafuerte tenía cincuenta y tres años de edad. Son obras que marcaron intensa huella en la literatura argentina y, en general, en la de lengua española. La enérgica y exhortadora voz del autor suena apasionadamente en estos sonetos, y ha motivado a varias generaciones de lectores y estimulado a numerosos escritores. El segundo de estos poemas es el que se titula ¡Più avanti!, expresión que significa «más adelante, más allá» en idioma italiano. Se trata de un soneto de métrica y rimas canónicas (dos cuartetos ABBA ABBA y dos tercetos CDD CCD). La acentuación rítmica de todos los versos es modélica y el tipo de endecasílabo, según aquella, es:

Melódico: versos 1, 2, 4, 6, 12 y 14.
Heroico: 8, 9 y 13.
Sáfico: 5 y 7.
Vacío: 10 y 11.
Enfático: 3.

Sin embargo, es necesario aclarar que este poema puede hallarse dispuesto de distinta manera en ediciones diferentes. Así, es posible encontrarlo configurado gráficamente en la forma tradicional del Siglo de Oro español (es decir, dos cuartetos y dos tercetos), o en una única estrofa de catorce versos, o en tres cuartetos y un pareado. En este último caso, adopta la forma gráfica de un soneto inglés (o soneto shakespeariano), aun cuando la rima se distribuye como en la forma clásica. El soneto inglés tiene catorce endecasílabos distribuidos en tres cuartetos sin rimas comunes y un pareado final. Fue cultivado por Shakespeare; y también por Borges. En el poema de Almafuerte, esta disposición está inducida por la forma en que el autor dispuso el final del poema haciendo que exista perfecta esticomitia (coincidencia entre la unidad sintáctica y la unidad métrica) en los dos últimos versos. Es llamativo que el autor haya adoptado este procedimiento en los siete sonetos de la serie.

Héctor Miguel Ángelí penetró el secreto del poder magnético de la buena poesía de Almafuerte:

Hay creadores para respetar, para admirar y para querer. Aunque podemos respetarlo poco y admirarlo menos, a Almafuerte es casi imposible no quererlo. De su obra emana una auténtica vibración, una comunicación elemental que supera las palabras y las ideas y forma parte de lo que misteriosamente deseamos cuando se nos abre un poema.

Y Jorge Luis Borges suscribió:

Ni Almafuerte debe repartirnos lecciones de vivir ni él sufriría que se las diéramos de retórica. Aceptemos su espectáculo humano, su idiosincrasia, como un aspecto más de la riqueza infatigable del mundo. No sé si le daremos nuestra intimidad, pero sí nuestra admiración.

Nota de Javier Collazo.

Collazo, Javier. Oct., 2023. ¡Più avanti!, de Almafuerte (Pedro B. Palacios). Poemario. Acceso en https://poemario.com/piu-avanti/

Ejemplos de figuras literarias en ¡Più avanti!

Figuras Literarias Ejemplos Descripción
Metáfora "Ten el tesón del clavo enmohecido" Asocia la perseverancia de una persona con la de un clavo oxidado, que a pesar de su antigüedad y desgaste, sigue cumpliendo su función.
Metáfora "no la cobarde estupidez del pavo" Contrapone la valentía recomendada con la cobardía atribuida al pavo, que se asusta fácilmente.
Símil "trémulo de pavor, piénsate bravo" Invita a la persona a considerarse valiente, aunque se sienta temeroso, haciendo una comparación directa entre lo que siente y lo que debe pensar de sí mismo.
Prosopopeya "Procede como Dios que nunca llora;" Atribuye a Dios, como entidad, la cualidad humana de no llorar, personificando así la figura divina.
Hipérbole "y acomete feroz, ya mal herido." Exagera la valentía que se debe tener al luchar con fiereza a pesar de estar gravemente herido.
Elipsis "o como Lucifer, que nunca reza;" Omite detalles adicionales sobre Lucifer, asumiendo que el receptor entiende la naturaleza rebelde asociada con este personaje.
Anáfora "no te sientas esclavo, ni aún esclavo;" Repite la estructura "no te sientas" para enfatizar la resistencia ante la adversidad.
Antítesis "ni aún vencido, no te sientas esclavo," Contrapone dos estados: estar vencido pero no sentirse esclavo, realzando la libertad interior frente a la derrota física.
Oxímoron "trémulo de pavor, piénsate bravo" Combina dos conceptos opuestos: "trémulo de pavor" y "bravo", que normalmente no coexistirían.
Paralelismo "o como Dios que nunca llora; o como Lucifer, que nunca reza;" Establece una estructura paralela al comparar acciones que no realizarían Dios y Lucifer, respectivamente.
Metonimia "ya rodando en el polvo, tu cabeza!" Utiliza la "cabeza" para representar toda la persona, sugiriendo su caída total en la lucha o en la vida.