El Poeta pide a su Amor que le Escriba, Federico García Lorca

El poeta sufre por su amor. Desea recibir una carta, unas palabras que no llegan. El poeta siente que muere ante la espera, ante el tiempo, como la flor cuando se marchita. La naturaleza es eterna, pero su corazón no soporta el frío de una respuesta que no llega. Él se ha entregado a este amor en cuerpo y alma, con pasión, de una manera activa y pasiva. Se pide una respuesta que calme su ansiedad. Para él es una tortura y quieres saber si corresponde a su amor o tiene que sufrir por su pérdida y recuerdo.

A través de los diferentes poemas de Lorca en los que muestra su amor por una persona, por un hombre, del que se siente enamorado, intuimos el sufrimiento interior que podía tener en muchas ocasiones, no por no sentirse correspondido, sino por la dificultad de que la otra persona, el amado, mostrará sus sentimientos con libertad.

En este caso el sufrimiento del poeta se deriva de dos aspectos fundamentales: por un lado el silencio, la incomunicación con la persona amada, que seguramente tiene que ocultar su relación con él y, por otro lado, el dolor interior que le provoca el no saber si lo que siente él por su amado es correspondido.

Es por ello que el poeta tomó una decisión definitiva: que responda ya ante la petición del poeta. Prefiere saberse rechazado, para poder sufrir y finalmente poder seguir con su vida, al silencio y la eterna duda de pensar que no pueden estar juntos, por la razón que sea. Este sufrimiento amoroso lo veremos varios poemas de García Lorca cuando toca esta temática.

Lorca, en este tipo de poemas, es muy pasional, es muy sexual y, sobre todo, es muy sincero con el lector. Abre su corazón y nos enseña sus manos desnudas. No busca grandes imágenes ni busca metáforas o cualquier otro tipo de elementos que puedan ocultar su orientación sexual o que puedan únicamente insinuar su amor hacia otro hombre.

Es directo con el lector, pone sobre la mesa su amor sincero y su entrega total hacia la persona que ama. En el fondo busca el sentirse correspondido, el sentir que la otra persona también es libre y que desea estar con él por encima de todo. Lo que no sea eso implica dolor y sufrimiento para el poeta.


Nota de Susana Marín.
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Poema original: El Poeta pide a su Amor que le Escriba

Amor de mis entrañas, viva muerte, 1
en vano espero tu palabra escrita 2
y pienso, con la flor que se marchita, 3
que si vivo sin mí quiero perderte. 4

El aire es inmortal. La piedra inerte 5
ni conoce la sombra ni la evita. 6
Corazón interior no necesita 7
la miel helada que la luna vierte. 8

Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas, 9
tigre y paloma, sobre tu cintura 10
en duelo de mordiscos y azucenas. 11

Llena pues de palabras mi locura 12
o déjame vivir en mi serena 13
noche del alma para siempre oscura. 14

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Comentarios

  • Francisco May., 2022

    Éste, es uno de los sonetos más bellos de la serie, si nos ceñimos a su interpretación y prescindimos de los recursos usados en poesía, los dos primeros versos son de significado clarísimo, sin embargo, repasemos el 3º y 4º “y pienso, con la flor que se marchita, que si vivo sin mí quiero perderte” : es como decir, “como no recibo cartas de ti, pienso en mi tristeza, que si vivo sin esa unidad que somos tú y yo, mejor me muero” también podría variar la interpretación del 4º verso y que dijera “que si vivo sin ese auténtico yo, que soy junto a ti…” El segundo cuarteto habla por sí mismo, con alusión a elementos no vivos de la naturaleza como el aire o la piedra, en similitud con su corazón, el cual, si llega al desamor, al igual que los elementos inertes son indiferentes a la sombra, el suyo no necesita esa figura preciosa: “la miel helada que la luna vierte”, si para Lorca el elemento luna se ha considerado de forma clásica como símbolo de la muerte, ésta, destila un dulzor (reposo) pero frío al fin y al cabo (miel helada), una sensación placentera pero carente de vida.
    Y el primer terceto habla en pasado, es como si hablara desde ese desamor provocado por la ausencia de comunicación que ha dado lugar a esa indiferencia gustosa pero muerta. La figura del “tigre y la paloma” sobre el cuerpo de amado, es pura sensualidad en los propios contrastes de los intercambios físicos del acto carnal, al igual que “mordiscos y azucenas” , es la misma figura.
    Este desamor, esta superación de la pasión ha podido ser real, o imaginaria, porque si fuese real, el poeta no habría escrito el soneto, ha pensado en sus consecuencias y hecho alusión a ella. Pero en conclusión termina su último terceto, y vuelve a hablar en presente, y le dice otra vez que le escriba (“Llena, pues, de palabras mi locura”) o que lo deje, y vuelve otra vez al gusto sereno pero frío de la muerte, saltándose las reglas clásicas del soneto, en la rima, pues el 9º y 11º verso (venas y azucenas) no rima con ninguno del siguiente cuarteto, el penúltimo verso tiene 13 sílabas y el último, es de nueve. Sin embargo, yo pienso que no fue más que un despiste a la hora de escribirlo en un papel, o un error de transcripción.

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