Adam, Federico García Lorca

En este poema, Lorca nos describe de una manera realista y directa el nacimiento de un niño, Adam y como a través del sufrimiento se abre paso la vida, aunque también la muerte pueda estar presente. La vagina ensangrentada mana. Ha roto aguas, está pariendo. El dolor de la madre es grande y sufre y esto queda grabado en el cuarto. El pequeño va asomando entre la sangre y las venas rotas.

Adam, el pequeño, está conectado aun a la madre por el cordón umbilical, a otro corazón que late como el suyo propio. Este pequeño es fruto de la arcilla primigenia de Dios, el hombre hecho a su imagen y semejanza y de la costilla de este, de ella, Eva. Pero el nacimiento de este bebé también indica que otro puede que no haya podido nacer. Donde hay vida también en muerte. Adam también, como toda persona, se irá muriendo poco a poco el resto de su vida.

En este poema encontramos un contraste entre la felicidad del nacimiento de una nueva vida y, al mismo tiempo la realidad de que esta misma ha nacido para, una vez haya recorrido su camino vital, desaparezca, muera. Esa mezcla de felicidad, dolor, miedo, nos lo presenta el poeta en el principio del poema, en ese nacimiento ensangrentado, tremendo, casi agónico y haciéndonos sentir todo el sufrimiento que implica una nueva vida.

Hay que señalar la importancia que tiene para Lorca lo femenino. Ejemplo de ello es que, aunque el nacido es niño, es esencial la figura de la madre y también de la figura femenina primigenia, la de Eva. También es importante destacar la religiosidad de Lorca en muchos de sus poemas y en este no es una excepción. El nacimiento del pequeño es casi un milagro es algo que casi se le atribuye una característica divina.

También es importante señalar como la muerte también está presente en este poema a través de los niños que nacen muertos y que no tendrán la posibilidad de realizar ningún tipo de camino vital. A ellos también va dedicado este poema, porque aunque no sobrevivan al parto, el poeta los quiere y quiere representarlos en estos versos.


Nota de Susana Marín.
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Poema original: Adam

Árbol de Sangre riega la mañana 1
por donde gime la recién parida. 2
Su voz deja cristales en la herida 3
y un gráfico de hueso en la ventana. 4

Mientras la luz que viene fija y gana 5
blancas metas de fábula que olvida 6
el tumulto de venas en la huida 7
hacia el turbio frescor de la manzana, 8

Adam sueña en la fiebre de la arcilla 9
un niño que se acerca galopando 10
por el doble latir de su mejilla. 11

Pero otro Adán oscuro está soñando 12
neutra luna de piedra sin semilla 13
donde el niño de luz se irá quemando. 14

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