1

Bien sabe Dios que siempre me arrancan tristes lágrimas1
aquellos que nos dejan,2
pero aún más me lastiman y me llenan de luto3
los que a volver se niegan.4
¡Partid, y Dios os guíe!..., pobres desheredados,5
para quienes no hay sitio en la hostigada tierra;6
partid llenos de aliento en pos de otro horizonte,7
pero... volved más tarde al viejo hogar que os llama.8

Jamás del extranjero el pobre cuerpo inerte,9
como en la propia tierra en la ajena descansa.10

2

Volved, que os aseguro11
que al pie de cada arroyo y cada fuente12
de linfa trasparente13
donde se reflejó vuestro semblante,14
y en cada viejo muro15
que os prestó sombra cuando niños erais16
y jugabais inquietos,17
y que escuchó más tarde los secretos18
del que ya adolescente19
o mozo enamorado,20
en el soto, en el monte y en el prado,21
dondequiera que un día22
os guió el pie ligero...,23
yo os lo digo y os juro24
que hay genios misteriosos25
que os llaman tan sentidos y amorosos26
y con tan hondo y dolorido acento,27
que hacen más triste el suspirar del viento28
cuando en las noches del invierno duro29
de vuestro hogar, que entristeció el ausente,30
discurren por los ámbitos medrosos,31
y en las eras sollozan silenciosos,32
y van del monte al río33
llenos de luto y siempre murmurando:34
«¡Partieron...! ¿Hasta cuándo?35
¡Qué soledad! ¿No volverán, Dios mío?»36

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Tornó la golondrina al viejo nido,37
y al ver los muros y el hogar desierto,38
preguntóle a la brisa: —¿Es que se han muerto?39
Y ella en silencio respondió: —¡Se han ido40
como el barco perdido41
que para siempre ha abandonado el puerto!42

43

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