Mérida, Carolina Coronado
¡Cómo en tierra postrada 1
sin fuerzas yace, quebrantada llora 2
y sola y olvidada 3
en su tristeza ahora, 4
la que opulenta fue, grande y señora! 5¡Cómo yace abatida 6
Emérita infeliz, ya su cabeza 7
en polvo confundida, 8
perdida su belleza, 9
perdido el esplendor y la grandeza! 10La que fue celebrada 11
en los cantos sin fin de sus guerreros, 12
sólo escucha humillada 13
de búhos agoreros 14
los clamorosos ecos lastimeros. 15¡Ay Dios, que en torno de ella 16
los tristes ojos con dolor vagaron, 17
y sólo amarga huella 18
de los siglos hallaron, 19
que su brillo y beldad en pos llevaron! 20Allí el pasado brío 21
restos de gloria en soledad revelan, 22
que en ademán sombrío 23
entre el escombro velan 24
sombras livianas, que a su pie revuelan. 25Y el arco majestoso 26
de Trajano, en los siglos venerado, 27
allí, inmoble coloso, 28
el cuerpo descarnado 29
y la atezada faz levanta airado. 30Mas ¡ay! que ni las huellas 31
de los soberbios templos se salvaron, 32
ni ceniza de aquellas 33
torres que se ostentaron, 34
y a la matrona bella coronaron. 35Allá bajo la puente, 36
de otra edad más feliz reliquia anciana, 37
camina lentamente 38
por la vereda llana 39
el perezoso y lánguido Guadiana. 40«¡Emérita!» murmura 41
el onda gemidora lamentando 42
su triste desventura, 43
y el polvo recalando, 44
y los cimientos lúgubres bañando. 45Anciano compañero, 46
testigo fue de sus pasadas glorias, 47
arrulló lisonjero 48
sus triunfos y victorias, 49
y ora lamenta el fin de sus historias. 50A su orilla callada 51
venid vosotros, que pulsáis divinos 52
la cítara sagrada, 53
y los campos vecinos 54
llenad de vuestros cantos peregrinos. 55De Emérita olvidada 56
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cantad, poetas, con sentido acento 57
la suerte desdichada, 58
y el fúnebre lamento 59
hiera las aguas y lastime el viento. 60