El Marido Verdugo, Carolina Coronado
¿Teméis de ésa que puebla las Montañas 1
turba de brutos fiera el desenfreno?... 2
¡Más feroces dañinas alimañas 3
la madre sociedad nutre en su seno! 4Bullen, de humanas formas revestidos, 5
torpes vivientes entre humanos seres, 6
que ceban el placer de sus sentidos 7
en el llanto infeliz de las mujeres. 8No allá a las lides de su patria fueron 9
a exhalar de su ardor la inmensa llama; 10
nunca enemiga lanza acometieron, 11
que otra es la lid que su valor inflama. 12Nunca el verdugo de inocente esposa 13
con noble lauro coronó su frente: 14
¡Ella os dirá temblando y congojosa 15
las gloriosas hazañas del valiente! 16Ella os dirá que a veces siente el cuello 17
por sus manos de bronce atarazado, 18
y a veces el finísimo cabello 19
por las garras del héroe arrebatado. 20Que a veces sobre el seno trasparente 21
cárdenas huellas de sus dedos halla; 22
que a veces brotan de su blanca frente 23
sangre las venas que su esposo estalla. 24¡Y que ¡ay! del tierno corazón llagado 25
más sangre, más dolor la herida brota, 26
que el delicado seno macerado, 27
y que la vena de sus sienes rota! 28Así hermosura y juventud al lado 29
pierde de su verdugo; así envejece:— 30
así lirio suave y delicado 31
junto al áspero cardo arraiga y crece. 32Y así en humanas formas escondidos, 33
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cual bajo el agua del arroyo el cieno, 34
torpes vivientes al amor uncidos 35
la madre sociedad nutre en su seno. 36