Allende, Mario Benedetti

Allende, para el poeta, era un hombre de paz. Los golpistas, para derrocarlo, unieron un odio a su figura enorme y usaron al ejército, a sus tanques y aviones, para acabar con él en el Palacio de la Moneda. Como no podían hacerlo salir, bombardearon el edificio destruyéndolo y quemándolo.

Fue una lucha desigual, traicionera. Lo mataron para que no pudiera llamar al pueblo, del que era parte y que tanto odiaba a los golpistas. El ejército, con todo su poder, destruyó un gobierno democrático, acabó con Allende y con el propio pueblo. Quisieron convencer a este último de que era una guerra, dos ejércitos, pero nadie los creyó.

Una vez muerto Allende, para matar su recuerdo, mataron también a todo aquel que lo defendió, torturándolos y masacrándolos. No bastaba sólo con matar al hombre, necesitaban matar su recuerdo como fuera. Allende murió luchando por la paz, por la democracia y por el pueblo.

Este poema es casi una fotografía de los instantes últimos de la vida de Allende dentro del Palacio de la Moneda. Fusil en mano, junto con aquellos que le eran fieles, defendió hasta el último momento la democracia de un pueblo, a un gobierno legítimamente elegido.

El ejército no tuvo piedad, en ningún momento pensó en que pudiera salir con vida. Le interesaba acabar con el hombre, acabar con el político, arrasar con el ideal, arrasar con la libertad y la democracia, acallar definitivamente a un pueblo. Lo que ocurrió después ya todo el mundo lo sabe: represión, asesinatos, torturas, pérdida de derechos humanos… Una dictadura de hierro dura, cruel y a la que muchos gobiernos extranjeros permitieron hacer lo que quisiera, mirando para otro lado.

Un golpe de Estado para acabar con una democracia y a partir de ahí el horror y la muerte, la sumisión permanente bajo el yugo del ejército, de los asesinos. Sin embargo, la figura de Allende, lo que representó y lo que fue para su país, por mucho que intentaron borrarlo de la memoria del pueblo y de la historia, sigue estando presente y sigue marcando un periodo único, porque los recuerdos son historia viva que se mantiene al margen de los libros, al margen de la represión, al margen del odio y de la censura.


Nota de Susana Marín.
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Poema original: Allende

Para matar al hombre de la paz 1
para golpear su frente limpia de pesadillas 2
tuvieron que convertirse en pesadilla 3
para vencer al hombre de la paz 4
tuvieron que congregar todos los odios 5
y además los aviones y los tanques 6
para batir al hombre de la paz 7
tuvieron que bombardearlo hacerlo llama 8
porque el hombre de la paz era una fortaleza 9

para matar al hombre de la paz 10
tuvieron que desatar la guerra turbia 11
para vencer al hombre de la paz 12
y acallar su voz modesta y taladrante 13
tuvieron que empujar el terror hasta el abismo 14
y matar más para seguir matando 15
para batir al hombre de la paz 16
tuvieron que asesinarlo muchas veces 17
porque el hombre de la paz era una fortaleza 18

para matar al hombre de la paz 19
tuvieron que imaginar que era una tropa 20
una armada una hueste una brigada 21
tuvieron que creer que era otro ejército 22
pero el hombre de la paz era tan sólo un pueblo 23
y tenía en sus manos un fusil y un mandato 24
y eran necesarios más tanques más rencores 25
más bombas más aviones más oprobios 26
porque el hombre del paz era una fortaleza 27

para matar al hombre de la paz 28
para golpear su frente limpia de pesadillas 29
tuvieron que convertirse en pesadilla 30
para vencer al hombre de la paz 31
tuvieron que afiliarse para siempre a la muerte 32
matar y matar más para seguir matando 33
y condenarse a la blindada soledad 34
para matar al hombre que era un pueblo 35
tuvieron que quedarse sin el pueblo. 36

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Comentarios

  • irene Sep., 2022

    Allende fue un hombre de paz, con buenas ideas y revolucionarias para la época, pero, lamentablemente, su excesivo orgullo personal, su falta de humildad y no reconocer errores, nos llevo al borde de una guerra civil. Muy a mi pesar, lo que sucedió fue el mal menor en relación a lo que pudo haber pasado. El «pueblo» del que él era presidente, no lo acompañó porque no tenían ni los medios, ni los recursos ni las ganas para hacerlo, sus partidarios lo abandonaron a su suerte, se escondieron y arrancaron como las ratas abandonan un barco.

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