Si una espina me hiere…, Amado Nervo

Cuando alguien hace daño al poeta, él prefiere apartarse. No guarda rencor. Siente que muchos le tienen envidia, pero prefiere guardar silencio y centrar sus pensamientos en el amor, en recibirlo y en darlo. El poeta no quiero odiar, sentir rencor porque no sirve para nada.

La vida es corta y el poeta no quiere ni desea conflictos, ni siquiera con aquellas personas cercanas con las que tiene problemas. Por mucho que lo quieran herir el solo siente que desea la tranquilidad, la paz, incluso si sufre por alguna pérdida, aunque sea amorosa.

En esta ocasión, el protagonista del poema se coloca en una posición más espiritual que combativa. Es consciente de que el ser humano, en muchas ocasiones, hace daño sabiendo que lo hace, que busca el que otra persona sufra y, al mismo tiempo, rebajarla.

El protagonista del poema toma la decisión no de sufrir, la de la aceptación del daño que otra u otras personas quieran infringirle. De esta manera, al no sentir odio, al no corresponder a la agresividad y al insulto de los demás, los demás no pueden hacerle daño. No pueden rebajarlo ni minimizar su fuerza o sentimientos de amor por el prójimo.

El no desea dañar a nadie, no desea ser mala persona. El desea responder a esos ataques con amor, con todo el amor que pueda porque siente que eso puede cambiar al ser humano, que es mucho mejor que corresponder con el mismo grado de agresividad o sufrimiento.

El protagonista del poema desea transmitir paz, desea transmitir tranquilidad y amor al prójimo, sin importar quién sea, el sexo que tenga o la religión que profese. Lo esencial es el amor, lo esencial es que el espíritu humano se llene de este y así descubra la felicidad que hay en cada uno de nosotros, que podamos transmitir a los demás casi como una conexión espiritual y haciendo de este un mundo mejor.

Además, siente que el odio, la negatividad del ser humano no sirve para nada y lo que únicamente consigue es que quien desea transmitirla se sienta peor consigo mismo y se sienta rechazado por los demás, con lo que el ciclo negativo se retroalimenta y aumenta, aumentando así también la violencia.


Nota de Susana Marín.
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Poema original: Si una espina me hiere…

¡Si una espina me hiere, me aparto de la espina, 1
...pero no la aborrezco! Cuando la mezquindad 2
envidiosa en mí clava los dardos de su inquina, 3
esquívase en silencio mi planta, y se encamina, 4
hacia más puro ambiente de amor y caridad. 5

¿Rencores? ¡De qué sirven! ¡Qué logran los rencores! 6
Ni restañan heridas, ni corrigen el mal. 7
Mi rosal tiene apenas tiempo para dar flores, 8
y no prodiga savias en pinchos punzadores: 9
si pasa mi enemigo cerca de mi rosal, 10

se llevará las rosas de más sutil esencia; 11
y si notare en ellas algún rojo vivaz, 12
¡será el de aquella sangre que su malevolencia 13
de ayer, vertió, al herirme con encono y violencia, 14
y que el rosal devuelve, trocada en flor de paz! 15

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