El fantasma y yo, Amado Nervo

El poeta siente que su alma está atrapada y que su vida se ha cortado. No se siente libre. Su cuerpo es como una prisión que no puede expresar todo lo que siente. No se siente libre con la persona que estaba a su lado. Se sentía como alguien que deambulaba en la relación.

Todo lo que le rodea, lo que tiene, no es real y el mismo se siente limitado como ser humano para comprenderlo todo. Se siente menos, ignorante de muchas cosas. Por eso, en la relación él es quien deambula, está perdido. Este es un poema muy interesante porque nos presenta una nueva visión del amor en la poesía.

En este caso, es el propio poeta el que siente que una relación no funciona por él mismo. En principio no se nos habla abiertamente del tipo de relación que mantiene con la amada. Sin embargo si se nos dice que la ruptura entre ambos es por culpa suya.

La diferencia con otros poemas de otros autores es que hay una razón objetiva para la ruptura: él se siente limitado como persona y no es capaz de aportar en la relación todo lo que siente que debería dar. Además, se ve a sí mismo como una persona que necesita experimentar más, saber más, para poder dar más amor.

Esta sensación de limitación, de sentirse perdido, de minusvalorarse, se resume perfectamente la metáfora que utiliza y en la que se ve a sí mismo como un fantasma. Es una sensación en la que, como él mismo indica, deambula no solamente por el espacio físico, sino también en el aspecto espiritual de la relación de pareja. Se siente vacío, se siente perdido y el propio poeta se ve a sí mismo como un ente difuminado, un espíritu en una realidad de la que se siente preso.

Además, en comparación con la amada, ve que ella sabe lo que quiere, que es lo que desea de la relación y esto hace que la sensación del poeta, respecto a su fortaleza, a su ánimo, disminuya y, al mismo tiempo, la sensación de tristeza, de sentirse menos, de acercarse más a esa visión fantasmagórica de sí mismo, aumente.


Nota de Susana Marín.
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Poema original: El fantasma y yo

Mi alma es una princesa en su torre metida, 1
con cinco ventanitas para mirar la vida. 2
Es una triste diosa que el cuerpo aprisionó. 3
y tu alma, que desde antes de morirte volaba, 4
es un ala magnífica, libre de toda traba... 5
Tú no eres el fantasma: ¡el fantasma soy yo! 6

¡Qué entiendo de las cosas! Las cosas se me ofrecen, 7
no como son de suyo, sino como aparecen 8
a los cinco sentidos con que Dios limitó 9
mi sensorio grosero, mi percepción menguada. 10
Tú lo sabes hoy todo..., ¡yo, en cambio, no sé nada! 11
Tú no eres el fantasma: ¡el fantasma soy yo! 12

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