Canción de la Muerte, José De Espronceda
La muerte es algo real identificable para el ser humano. Somos conscientes de, en algún momento, nos llegará ese día. La muerte es descanso, un lugar acogedor para el ser humano cuando la parca viene a buscarnos. Cualquier dolor de alma, preocupación, etc., desaparecen cuando ella llega y todo se vuelve tranquilidad, serenidad. Es una nueva vida cuando la terrenal termina.
La muerte es consciente de la tristeza y melancolía que lleva consigo. Al mismo tiempo, es descanso para el ser humano y acoge a este cuando le abraza. La muerte es sincera, real, verdadera. La muerte es también amor a la vida. Por eso es amorosa con quienes está y se lleva. La muerte es también, como no podía ser de otra manera, amor.
La muerte es algo desconocido que la ciencia no sabe cómo descubrir. Está presente siempre, desde que nacemos, e influye en lo real, lo místico (tarot) y lo onírico. La muerte es el paso de lo terrenal, de lo temporal, a lo eterno. Nuevamente el poeta nos muestra a la muerte como un momento de descanso. Dejamos de sufrir y todo es tranquilidad, dejarse llevar y, sobre todo, dejamos de ser nosotros mismos. Hay una transformación.
El poeta siente que el ser humano vive una realidad que no es la real desde todos los puntos de vista, ya sean amoroso, personal, social y religioso, etcétera. Todas sus esperanzas son irreales. El poeta desea que la muerte llegue porque el dolor de esta, cuando aparezca, será realmente sincera. El poeta le dice a la muerte que él la consolará cuando llegue su momento, porque siente que cada persona que se lleva le produce una herida en su corazón, aunque sea de la parca.
En esta ocasión, la muerte en la poesía pueda ser un tema recurrente en muchos autores. En este caso, la visión del poeta Espronceda es tranquila, serena y de aceptación hacia un momento de nuestra vida que no podemos evitar por mucho que lo deseemos. El poeta se pone en la piel de la propia muerte y por eso es comprensivo con ella, entiende el porqué de lo que hace y también del sufrimiento que lleva consigo la propia muerte.
Poema original: Canción de la Muerte
Débil mortal no te asuste 1
mi oscuridad ni mi nombre; 2
en mi seno encuentra el hombre 3
un término a su pesar. 4
Yo, compasiva, te ofrezco 5
lejos del mundo un asilo, 6
donde a mi sombra tranquilo 7
para siempre duerma en paz. 8Isla yo soy del reposo 9
en medio el mar de la vida, 10
y el marinero allí olvida 11
la tormenta que pasó; 12
allí convidan al sueño 13
aguas puras sin murmullo, 14
allí se duerme al arrullo 15
de una brisa sin rumor. 16Soy melancólico sauce 17
que su ramaje doliente 18
inclina sobre la frente 19
que arrugara el padecer, 20
y aduerme al hombre, y sus sienes 21
con fresco jugo rocía 22
mientras el ala sombría 23
bate el olvido sobre él. 24Soy la virgen misteriosa 25
de los últimos amores, 26
y ofrezco un lecho de flores, 27
sin espina ni dolor, 28
y amante doy mi cariño 29
sin vanidad ni falsía; 30
no doy placer ni alegría, 31
más es eterno mi amor. 32En mi la ciencia enmudece, 33
en mi concluye la duda 34
y árida, clara, desnuda, 35
enseño yo la verdad; 36
y de la vida y la muerte 37
al sabio muestro el arcano 38
cuando al fin abre mi mano 39
la puerta a la eternidad. 40Ven y tu ardiente cabeza 41
entre mis manos reposa; 42
tu sueño, madre amorosa; 43
eterno regalaré; 44
ven y yace para siempre 45
en blanca cama mullida, 46
donde el silencio convida 47
al reposo y al no ser. 48Deja que inquieten al hombre 49
que loco al mundo se lanza; 50
mentiras de la esperanza, 51
recuerdos del bien que huyó; 52
mentiras son sus amores, 53
mentiras son sus victorias, 54
y son mentiras sus glorias, 55
y mentira su ilusión. 56Cierre mi mano piadosa 57
65
tus ojos al blanco sueño, 58
y empape suave beleño 59
tus lágrimas de dolor. 60
Yo calmaré tu quebranto 61
y tus dolientes gemidos, 62
apagando los latidos 63
de tu herido corazón. 64