Poema para mi Muerte, Julia de Burgos
Ante un anheloMorir conmigo misma, abandonada y sola, 1
en la más densa roca de una isla desierta. 2
En el instante un ansia suprema de claveles, 3
y en el paisaje un trágico horizonte de piedra. 4Mis ojos todos llenos de sepulcros de astro, 5
y mi pasión, tendida, agotada, dispersa. 6
Mis dedos como niños, viendo perder la nube 7
y mi razón poblada de sábanas inmensas. 8Mis pálidos afectos retornado al silencio 9
—¡hasta el amor, hermano derretido en mi senda!— 10
Mi nombre destorciéndose, amarillo en las ramas, 11
y mis manos, crispándose para darme a las yerbas. 12Incorporarme el último, el integral minuto, 13
y ofrecerme a los campos con limpieza de estrella 14
doblar luego la hoja de mi carne sencilla, 15
y bajar sin sonrisa, ni testigo a la inercia. 16Que nadie me profane la muerte con sollozos, 17
ni me arropen por siempre con inocente tierra; 18
que en el libre momento me dejen libremente 19
disponer de la única libertad del planeta. 20¡Con qué fiera alegría comenzarán mis huesos 21
a buscar ventanitas por la carne morena 22
y yo, dándome, dándome, feroz y libremente 23
a la intemperie y sola rompiéndome cadenas! 24¿Quién podrá detenerme con ensueños inútiles 25
cuando mi alma comience a cumplir su tarea, 26
haciendo de mis sueños un amasijo fértil 27
para el frágil gusano que tocará a mi puerta? 28Cada vez más pequeña mi pequeñez rendida, 29
cada instante más grande y más simple la entrega; 30
mi pecho quizás ruede a iniciar un capullo, 31
acaso irán mis labios a nutrir azucenas. 32¿Cómo habré de llamarme cuando sólo me quede 33
37
recordarme, en la roca de una isla desierta? 34
Un clavel interpuesto entre el viento y mi sombra, 35
hijo mío y de la muerte, me llamarán poeta. 36