Laberinto, Jorge Luis Borges

No habrá nunca una puerta. Estás adentro1
y el alcázar abarca el universo2
y no tiene ni anverso ni reverso3
ni externo muro ni secreto centro.4

No esperes que el rigor de tu camino5
que tercamente se bifurca en otro,6
que tercamente se bifurca en otro,7
tendrá fin. Es de hierro tu destino8

como tu juez. No aguardes la embestida9
del toro que es un hombre y cuya extraña10
forma plural da horror a la maraña11

de interminable piedra entretejida.12
No existe. Nada esperes. Ni siquiera13
en el negro crepúsculo la fiera.14

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