Ahí están los jardines, los templos, y la justificación de los templos,1
la recta música y las rectas palabras,2
los sesenta y cuatro hexagramas,3
los ritos que son la única sabiduría4
que otorga el Firmamento a los hombres,5
el decoro de aquel emperador6
cuya serenidad fue reflejada por el mundo, su espejo,7
de suerte que los campos daban sus frutos8
y los torrentes respetaban sus márgenes,9
el unicornio herido que regresa para marcar su fin,10
las secretas leyes eternas,11
el concierto de orbe;12
esas cosas o su memoria están en los libros13
que custodio en la torre.14

Los tártaros vinieron del Norte15
en crinados potros pequeños;16
aniquilaron los ejércitos17
que el Hijo del Cielo mandó para castigar su impiedad,18
erigieron pirámides de fugo y cortaron gargantas,19
mataron al perverso y al justo,20
mataron al esclavo encadenado que vigila la puerta,21
usaron y olvidaron a las mujeres22
y siguieron al Sur,23
inocentes como animales de presa,24
crueles como cuchillos.25
En el alba dudosa26
el padre de mi padre salvó los libros.27
Aquí están en la torre donde yazgo,28
recordando los días que fueron de otros,29
los ajenos y antiguos.30

En mis ojos no hay días. Los anaqueles31
están muy altos y no los alcanzan mis años.32
Leguas de polvo y sueño cercan la torre.33
¿A qué engañarme?34
La verdad es que nunca he sabido leer,35
pero me consuelo pensando36
que lo imaginado y lo pasado ya son lo mismo37
para un hombre que ha sido38
y que contempla lo que fue la ciudad39
y ahora vuelve a ser el desierto.40
¿Qué me impide soñar que alguna vez41
descifré la sabiduría42
y dibujé con aplicada mano los símbolos?43
Mi nombre es Hsiang. Soy el que custodia los libros,44
que acaso son los últimos,45
porque nada sabemos del Imperio46
y del Hijo del Cielo.47
Ahí están en los altos anaqueles,48
cercanos y lejanos a un tiempo,49
secretos y visibles como los astros.50
Ahí están los jardines, los templos.51

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