Del trópico, Rubén Darío

(De acuerdo con el original manuscrito)

¡Qué alegre y fresca la mañanita!1
Me agarra el aire por la nariz,2
los perros ladran, un chico grita3
y una muchacha gorda y bonita4
junto a una piedra muele maíz.5

Un mozo trae por un sendero6
sus herramientas y su morral;7
otro con caites y sin sombrero8
busca una vaca con su ternero,9
para ordeñarla junto al corral.10

Sonriendo a veces a la muchacha,11
que de la piedra pasa al fogón,12
un sabanero de buena facha13
casi en cuclillas afila el hacha,14
sobre una orilla del mollejón.15

Por las colinas la luz se pierde16
bajo el cielo claro y sin fin;17
ahí el ganado las hojas muerde,18
y hay en los tallos del pasto verde19
escarabajos de oro y carmín.20

Sonando un cuerno curvo y sonoro21
pasa un vaquero, y a plena luz22
vienen las vacas y un blanco toro23
con unas manchas color de oro24
por la barriga y en el testuz.25

Y la patrona bate que bate26
me regocija con la ilusión27
de una gran taza de chocolate28
que ha de pasarme por el gaznate29
con la tostada y el requesón.30

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Análisis

Según el escritor y filólogo mexicano Alfonso Méndez Plancarte, el poeta nicaragüense Rubén Darío escribió Del trópico en agosto de 1889, en la hacienda La fortuna de su amigo, maestro y protector, el poeta salvadoreño Francisco Gavidia, ubicada cerca de San Salvador. El poeta tenía entonces veintidós años de edad. La misma fuente señala que ese poema se publicó por primera vez en la revista Instantáneas, de Santiago de Chile, el 15 de abril de 1900, con el título Cuadro matinal.

Por su parte, el hispanista español Luis Sáinz de Medrano dijo que «se trata de uno de los más atractivos poemas criollistas, por su fluidez y desinhibida frescura, que Darío no incorporó a sus libros mayores, escasamente receptivos hacia estos ambientes». Sin embargo, el poema se ha difundido en ediciones de la obra completa de su autor y en publicaciones en antologías y selecciones de poesía. Un año antes de escribirlo, Darío había publicado, en Valparaíso (Chile), su libro Azul…, considerado el punto de nacimiento del movimiento modernista y en el que afirmaba su voz lírica en los paisajes del trópico.

A lo largo de su vida, Darío conoció cerca de veinte países y residió en la mayoría de ellos. Hasta el momento de la composición de Del trópico, había vivido en su país natal y en El Salvador y Chile. En el resto de su vida, visitó o vivió (en varios países, más de una vez) en Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Costa Rica, España, Panamá, Argentina, Francia, Reino Unido, Bélgica, Alemania, Italia, Brasil, México, Cuba, Estados Unidos… De tal modo, el poeta tuvo su vivencia directa del paisaje del trópico en más de una media docena de países.

En 1907, Darío, que estaba residiendo en París, viajó a su patria y recorrió las zonas de Managua, León y Masaya. Dos años, después, publicó su libro El viaje a Nicaragua e Intermezzo tropical en el que volcó sus impresiones del viaje y cuyas primeras líneas dicen:

Tras quince años de ausencia, deseaba yo volver a ver mi tierra. Había en mí algo como una nostalgia del Trópico. Del paisaje, de las gentes, de las cosas conocidas en los años de la infancia y de la primera juventud. […] Pensé un buen día: iré a Nicaragua. Sentí en la memoria el sol tórrido y vi los altos volcanes, los lagos de agua azul en los antiguos cráteres, así vastas tazas demetéricas como llenas de cielo líquido.

Del trópico es, pues, una temprana exaltación de los paisajes, personajes y modos de vida de las tierras centroamericanas. El poema consta de treinta versos divididos en seis quintetos. El quinteto es una estrofa de cinco versos isométricos de arte mayor y rima consonante que se combinan libremente, siempre que no rimen tres versos seguidos, que los dos últimos no formen pareado y que no quede ninguno suelto. En este poema de Darío, la rima responde al esquema ABAAB, tal como el siguiente ejemplo de José Zorrilla:

Ese vago clamor que rasga el viento
es la voz funeral de una campana:
vano remedo del postrer lamento
de un cadáver sombrío y macilento
que en sucio polvo dormirá mañana.

Todos los versos de Del trópico son decasílabos compuestos de dos hemistiquios pentasílabos. En todos los primeros hemistiquios, la cantidad de sílabas métricas es igual a la cantidad de sílabas gramaticales, pues todos ellos son llanos y no hay ningún encabalgamiento entre hemistiquios, de modo tal que la cesura interna es aplicable a todos los versos. En todas las estrofas, los versos primero, tercero y cuarto (es decir, los de rima A) son paroxítonos o llanos, y los versos segundo y quinto (es decir, los de rima B) son oxítonos o agudos. Esta perfecta regularidad de las estrofas otorga al poema la musicalidad rítmica de una danza cuidadosamente coreografiada.

La primera evaluación del poema no puede ser otra que la de reconocer y admirar la plasticidad de la descripción dariana. Se podría decir que el autor nos está narrando lo que ve en un cuadro de paisaje tropical y cuya tela se va completando a medida que se van leyendo las estrofas. Pero, en realidad, más que pictórica, hoy diríamos que la poesía de Darío es aquí «cinematográfica», incurriendo en el anacronismo de atribuirle una característica imposible de asignar en la época en que el poema fue compuesto.

En efecto, obsérvese que, en todas las estrofas, sin excepción, Darío introduce imágenes en movimiento e impresiones sonoras, de modo que la pieza literaria queda impregnada de un teatral realismo. Así, en la primera estrofa corre el aire, los perros ladran, un chico grita y una muchacha muele maíz; en la segunda, un mozo viene por el sendero y otro busca una vaca; en la tercera, una muchacha va de la piedra al fogón y un sabanero afila un hacha; en la cuarta, avanza el ocaso, el ganado muerde las hojas y pululan los escarabajos; en la quinta, suena un cuerno, pasa un vaquero y vienen las vacas y un toro; y, finalmente en la sexta estrofa, la patrona está batiendo el chocolate y preparando las tostadas con requesón.

De este modo, Rubén Darío, aun habiendo publicado Azul… un año antes, respetó en Del trópico importantes principios del parnasianismo francés al que había adherido en su producción literaria temprana, tales como la búsqueda de la plasticidad a través de una poesía descriptiva o «pintoresca», la exigencia de perfección formal, la métrica estricta y la práctica del arte por el arte, sin subjetividades. Sobre todo, la descripción debe reflejar el mundo que el poeta contempla y en el que vive: la naturaleza, los paisajes, las obras de arte, los seres humanos y sus quehaceres, los animales, los vegetales con sus flores…

Parafraseando el principio de Pater, que sostiene que todas las artes tienden a la condición de la música, puede afirmarse que Del trópico tiende magníficamente a la pintura y a las modernas artes de las imágenes en movimiento.

Nota de Javier Collazo.

Collazo, Javier. Jul., 2023. Del trópico, de Rubén Darío. Poemario. Acceso en https://poemario.com/del-tropico/

Ejemplos de figuras literarias en Del trópico

Figuras literarias Ejemplos Descripción
Metáfora "Me agarra el aire por la nariz" Se utiliza para describir la sensación de frescura y el aire frío en la mañana.
Metáfora "sonando un cuerno corvo y sonoro" Esta metáfora describe el sonido que hace el vaquero, sugiriendo que es fuerte y distintivo.
Metáfora "escarabajos de oro y carmín" Describe el color de los escarabajos en el pasto verde, resaltando su belleza y brillantez.
Metáfora "unas manchas color de oro" Describe el color de las manchas en el toro, destacando su apariencia única y hermosa.


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  • Jobs_Faqs2022 Oct., 2022

    del tropico, un poema con gran musicalidad, perfectamente puede ser cantado o declamado y se oye bien, en este poema se respira el campo, te hace sentir en el. Viva nuestro poeta universal Ruben Dario

  • Isabela May., 2022

    Este poema transmite la alegría,paz y belleza del campo y la naturaleza