Invernal, Rubén Darío

El cóndor vuela alto, sobre el aire frío de la cordillera de los Andes, cubierta de nieve. El frío y la nieve lo cubren todo. Se siente en el cuerpo, en lo que nos rodea y se busca el calor de la estufa y la comida. Los pobres pasan frío. El poeta, al calor de la lumbre, tiene sentimientos encontrados.

Desea estar junto a la amada en ese momento de frío y noches despejadas. En su mente, ella está junto a las luces amarillas de su hogar, como si del brillo del ópalo se tratase. El amor y el deseo lo llena. Fuera está la ciudad con su rutina y realidad ajena a ellos.

El desea que ella esté a su lado, amándose, entregándose el uno al otro, solos. Es un amor poético y carnal. Desea tener un encuentro con ella con tiempo para leerle sus poemas. Desearía que las estancias estuvieran decoradas con piedras preciosas y elementos antiguos, como una copa. Todo hermoso, recargado de lujo y comodidad. Él la desea en esa noche fría.

Ella es su inspiración, la musa de su poesía, el centro de su universo amoroso y sentimental. Le gusta físicamente, con su tez pálida. Representa el ideal de belleza de la época, clásica, seductora, poderosa. Lo daría todo por estar con ella, a su lado.

Sin embargo, aunque el deseo del poeta es grande, está solo, frente al calor del fogón sin oropeles y sin la amada. Vuelve a desear el lujo, lo recargado, lo íntimo y el deseo. Así, nos habla del vino que bebe para encontrar la inspiración para escribir. El vino, el exceso del mismo, hace que el poeta se sienta capaz incluso de pintar el retrato de la amada.

Nuevamente hay referencias literarias al amor, al deseo y a compartir este con la amada mientras fuera hace frío. El poeta se siente como un adolescente mientras sueña con la amada, con su cuerpo, su calor, sus gestos. Desea envolverse con ella en una noche de placer bajo la luz amarilla y sus voces. Para él, lo importante es el deseo, la poesía y estar junto a ella. Con ella el calor, sin ella el frío de la soledad.


Nota de Susana Marín.
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Poema original: Invernal

Noche. Este viento vagabundo lleva 1
las alas entumidas 2
y heladas. El gran Andes 3
yergue al inmenso azul su blanca cima. 4
La nieve cae en copos, 5
sus rosas transparentes cristaliza; 6
en la ciudad, los delicados hombros 7
y gargantas se abrigan; 8
ruedan y van los coches, 9
suenan alegres pianos, el gas brilla; 10
y si no hay un fogón que le caliente, 11
el que es pobre tirita. 12

Yo estoy con mis radiantes ilusiones 13
y mis nostalgias íntimas, 14
junto a la chimenea 15
bien harta de tizones que crepitan. 16
Y me pongo a pensar: ¡Oh! ¡Si estuviese 17
ella, la de mis ansias infinitas, 18
la de mis sueños locos 19
y mis azules noches pensativas! 20
¿Cómo? Mirad: 21
De la apacible estancia 22
en la extensión tranquila 23
vertería la lámpara reflejos 24
de luces opalinas. 25
Dentro, el amor que abrasa; 26
fuera, la noche fría; 27
el golpe de la lluvia en los cristales, 28
y el vendedor que grita 29
su monótona y triste melopea 30
a las glaciales brisas. 31
Dentro, la ronda de mis mil delirios, 32
las canciones de notas cristalinas, 33
unas manos que toquen mis cabellos, 34
un aliento que roce mis mejillas, 35
un perfume de amor, mil conmociones, 36
mil ardientes caricias; 37
ella y yo: los dos juntos, los dos solos; 38
la amada y el amado, ¡oh Poesía! 39
los besos de sus labios, 40
la música triunfante de mis rimas, 41
y en la negra y cercana chimenea 42
el tuero brillador que estalla en chispas. 43

¡Oh! ¡Bien haya el brasero 44
lleno de pedrería! 45
Topacios y carbunclos, 46
rubíes y amatistas 47
en la ancha copa etrusca 48
repleta de ceniza. 49
Los lechos abrigados, 50
las almohadas mullidas, 51
las pieles de Astrakán, los besos cálidos 52
que dan las bocas húmedas y tibias. 53
¡Oh, viejo Invierno, salve! 54
puesto que traes con las nieves frígidas 55
el amor embriagante 56
y el vino del placer en tu mochila. 57

Sí, estaría a mi lado, 58
dándome sus sonrisas, 59
ella, la que hace falta a mis estrofas, 60
esa que mi cerebro se imagina; 61
la que, si estoy en sueños, 62
se acerca y me visita; 63
ella que, hermosa, tiene 64
una carne ideal, grandes pupilas, 65
algo del mármol, blanca luz de estrella; 66
nerviosa, sensitiva, 67
muestra el cuello gentil y delicado 68
de las Hebes antiguas; 69
bellos gestos de diosa, 70
tersos brazos de ninfa, 71
lustrosa cabellera 72
en la nuca encrespada y recogida 73
y ojeras que denuncian 74
ansias profundas y pasiones vivas. 75
¡Ah, por verla encarnada, 76
por gozar sus caricias, 77
por sentir en mis labios 78
los besos de su amor, diera la vida! 79
Entre tanto hace frío. 80
Yo contemplo las llamas que se agitan, 81
cantando alegres con sus lenguas de oro, 82
móviles, caprichosas e intranquilas, 83
en la negra y cercana chimenea 84
do el tuero brillador estalla en chispas. 85

Luego pienso en el coro 86
de las alegres liras. 87
En la copa labrada, el vino negro, 88
la copa hirviente en cuyos bordes brillan 89
con iris temblorosos y cambiantes 90
como un collar de prismas; 91
el vino negro que la sangre enciende, 92
y pone el corazón con alegría, 93
y hace escribir a los poetas locos 94
sonetos áureos y flamantes silvas. 95
El Invierno es beodo. 96
Cuando soplan sus brisas, 97
brotan las viejas cubas 98
la sangre de las viñas. 99
Sí, yo pintara su cabeza cana 100
con corona de pámpanos guarnida. 101
El Invierno es galeoto, 102
porque en las noches frías 103
Paolo besa a Francesca 104
en la boca encendida, 105
mientras su sangre como fuego corre 106
y el corazón ardiendo le palpita. 107
?¡Oh crudo Invierno, salve! 108
puesto que traes con las nieves frígidas 109
el amor embriagante 110
y el vino del placer en tu mochila. 111

Ardor adolescente, 112
miradas y caricias; 113
cómo estaría trémula en mis brazos 114
la dulce amada mía, 115
dándome con sus ojos luz sagrada, 116
con su aroma de flor, savia divina. 117
En la alcoba la lámpara 118
derramando sus luces opalinas; 119
oyéndose tan sólo 120
suspiros, ecos, risas; 121
el ruido de los besos; vla música triunfante de mis rimas, 122
y en la negra y cercana chimenea 123
el tuero brillador que estalla en chispas. 124
Dentro, el amor que abrasa; 125
fuera, la noche fría. 126

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Comentarios

  • Carmen Jun., 2022

    Este poema es hermosísimo. Sé de memoria la primera estrofa desde que iba a la escuela, el resto lo leí siendo adolescente. Gracias por publicar

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