Cuando el agua esperábamos ansiosos,1
una nube de polvo cubrió el cielo.2

Fue Inútil cerrar puertas y ventanas:3
nos invadió los hondos aposentos,4
cubrió maderas, apagó cristales,5
cayó sobre mis libros y cuadernos,6
fue crujido gris entre los dientes7
y ceniza fugaz en los cabellos.8
El limpio patio se llenó de tierra,9
de hojas, de plumas, de papeles viejos,10
cantaron el vuelo unas palomas11
y se encrespó ruidoso el gallinero.12
¡Qué lástima me dio la madreselva13
zarandeada, rota, por el viento,14
y mi sillón de voluptuosos mimbres15
derribado de bruces en el suelo!16
Pero brilló un relámpago de pronto,17
estalló un largo trueno,18
y veraniegas, numulares gotas19
se abrieron paso por el sucio velo.20
Y en seguida la lluvia21
empezó a resonar sobre los techos.22
Fue entonces un cerrar y abrir de puertas,23
un respirar con los pulmones plenos,24
un poner tinas bajo de los caños25
que un chorro daban argentino y trémulo,26
sacar las plantas de los corredores,27
diosmas, jazmines, tímidos helechos,28
y un gozo de cepillos y de escobas29
guiando las aguas hacia el sumidero.30
Igual cosa que hacían los de al lado,31
y los de enfrente, y casi todo el pueblo.32

Ahora todo es frescura y poderío,33
el mármol brilla, el bronce echa reflejos,34
los mosaicos parecen de oro puro,35
el paraíso tiene un verde nuevo,36
y en el umbral sentado de mi casa37
miro sencillamente el universo.38

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