Rima LXXIII – Cerraron sus Ojos, Gustavo Adolfo Bécquer

El poema se inicia en el momento en que se está amortajando al muerto tras cerrar sus ojos. Cuando hacen esto, las demás personas, dolidas o sollozantes, salen de la habitación. Sólo la luz de una vela es la que ilumina esta y la que crea sombras en el muro.

Cuando nace el día, aparecen los sonidos habituales de los pueblos. El poeta siente que la muerte es el momento de mayor soledad del ser humano. Es en este momento que se nos da información del muerto. Parece que es una mujer a la que llevan en un ataúd hasta la capilla, con la tapa abierta. La mujer muerta está rodeada de velas y otras mujeres de negro.

Los rezos y oraciones coinciden con el aviso a muerto de las campañas. Cuando termina el aviso todo queda vacío lo único que se escucha es un reloj y la llama de las velas. El poeta, ante tanta soledad, silencio, vuelve a sentir que la muerte es el momento de mayor soledad del ser humano.

El badajo golpea la campana y toca a muerto. Las personas, amigos y familia, son parte del cortejo, además de aquellos que quieren cobrar las deudas que haya dejado la difunta. La entierran en un nicho en un acto rápido, como rápido se fueron todos.

El sepulturero hace su labor con aire de quien ya está acostumbrado a ver la muerte cada día. El entierro fue a última hora de la tarde y en ese momento el poeta piensa que la muerte es la mayor soledad para una persona. Cuando llega el crudo invierno, con su frío, con su naturaleza alada, lluvia y nieve, el poeta piensa en la muerte, que ahora sabemos que era una menor, una niña.

Se pregunta si la pequeña sufre el crudo invierno, si sus huesos sienten el frío. El poeta se pregunta si volveremos a la tierra, si tenemos alma o si vamos al cielo. También se pregunta si únicamente se corrompe la carne. No le importa la parte espiritual. Lo que realmente le importa es que de los muertos nadie se preocupa, sólo los dejamos y los abandonamos.


Nota de Susana Marín.
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Poema original: Rima LXXIII – Cerraron sus Ojos

Cerraron sus ojos, 1
que aun tenía abiertos; 2
taparon su cara 3
con un blanco lienzo, 4
y unos sollozando, 5
otros en silencio, 6
de la triste alcoba 7
todos se salieron. 8

La luz, que en un vaso 9
ardía en el suelo, 10
al muro arrojaba 11
la sombra del lecho, 12
y entre aquella sombra 13
veíase a intérvalos 14
dibujarse rígida 15
la forma del cuerpo. 16

Despertaba el día 17
y a su albor primero, 18
con sus mil ruidos 19
despertaba el pueblo. 20
Ante aquel contraste 21
de vida y misterios, 22
de luz y tinieblas, 23
medité un momento: 24
¡Dios mío, qué solos 25
se quedan los muertos! 26

De la casa, en hombros, 27
lleváronla al templo, 28
y en una capilla 29
dejaron el féretro. 30
Allí rodearon 31
sus pálidos restos 32
de amarillas velas 33
y de paños negros. 34

Al dar de las ánimas 35
el toque postrero, 36
acabó una vieja 37
sus últimos rezos; 38
cruzó la ancha nave, 39
las puertas gimieron 40
y el santo recinto 41
quedose deserto. 42

De un reloj se oía 43
compasado el péndulo, 44
y de algunos cirios 45
el chisporroteo. 46
Tan medroso y triste, 47
tan oscuro y yerto 48
todo se encontraba... 49
que pensé un momento: 50
¡Dios mío, qué solos 51
se quedan los muertos! 52

De la alta campana 53
la lengua de hierro 54
le dio volteando 55
su adiós lastimero. 56
El luto en las ropas 57
amigos y deudos 58
cruzaron en fila 59
formando el cortejo. 60

Del último asilo, 61
oscuro y estrecho, 62
abrió la piqueta 63
el nicho a un extremo. 64
Allí la acostaron, 65
tapáronle luego, 66
y con un saludo 67
despidiose el duelo. 68

La piqueta al hombro, 69
el sepulturero, 70
cantando entre dientes, 71
se perdió a lo lejos. 72
La noche se entraba, 73
reinaba el silencio; 74
perdido en las sombras, 75
medité un momento: 76
¡Dios mío, qué solos 77
se quedan los muertos! 78

En las largas noches 79
del helado invierno, 80
cuando las maderas 81
crujir hace el viento 82
y azota los vidrios 83
el fuerte aguacero 84
de la pobre niña 85
a solas me acuerdo. 86

Allí cae la lluvia 87
con un son eterno; 88
allí la combate 89
el soplo del cierzo, 90
del húmedo muro 91
tendida en el hueco, 92
¡acaso de frío 93
se hielan sus huesos!... 94

¿Vuelve el polvo al polvo? 95
¿Vuela el alma al cielo? 96
¿Todo es vil materia, 97
podredumbre y cieno? 98
¡No sé; pero hay algo 99
que explicar no puedo, 100
que al par nos infunde 101
repugnancia y duelo, 102
al dejar tan tristes, 103
tan solos los muertos! 104

105

Comentarios

  • Francisco Edmundo Francisco F. Dic., 2022

    Hermoso poema, lleno de misticismo.Un regalo para el espíritu. Grandioso.

  • Lola Mora Perez May., 2022

    Llena de lágrimas. A ti querida Celeste. Que fuiste al cielo hace hoy un año.Diana.

  • CARLOS RODRÍGUEZ OCHOA Feb., 2022

    Excelentes contenidos.

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