Yo no tengo una personalidad; yo soy un…, Oliverio Girondo
Yo no tengo una personalidad; yo soy un cocktail, un conglomerado, una manifestación de personalidades.1
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En mí, la personalidad es una especie de furunculosis anímica en estado crónico de erupción; no pasa media hora sin que me nazca una nueva personalidad.2
Desde que estoy conmigo mismo, es tal la aglomeración de las que me rodean, que mi casa parece el consultorio de una quiromántica de moda. Hay personalidades en todas partes: en el vestíbulo, en el corredor, en la cocina, hasta en el W. C.3
¡Imposible lograr un momento de tregua, de descanso!4
¡Imposible saber cuál es la verdadera!5
Aunque me veo forzado a convivir en la promiscuidad más absoluta con todas ellas, no me convenzo de que me pertenezcan.6
¿Qué clase de contacto pueden tener conmigo —me pregunto— todas estas personalidades inconfesables, que harían ruborizar a un carnicero? ¿Habré de permitir que se me identifique, por ejemplo, con este pederasta marchito que no tuvo ni el coraje de realizarse, o con este cretinoide cuya sonrisa es capaz de congelar una locomotora?7
El hecho de que se hospeden en mi cuerpo es suficiente, sin embargo, para enfermarse de indignación. Ya que no puedo ignorar su existencia, quisiera obligarlas a que se oculten en los repliegues más profundos de mi cerebro. Pero son de una petulancia... de un egoísmo... de una falta de tacto...8
Hasta las personalidades más insignificantes se dan unos aires de trasatlántico. Todas, sin ninguna clase de excepción, se consideran con derecho a manifestar un desprecio olímpico por las otras, y naturalmente, hay peleas, conflictos de toda especie, discusiones que no terminan nunca. En vez de contemporizar, ya que tienen que vivir juntas, ¡pues no señor!, cada una pretende imponer su voluntad, sin tomar en cuenta las opiniones y los gustos de las demás. Si alguna tiene una ocurrencia, que me hace reír a carcajadas, en el acto sale cualquier otra, proponiéndome un paseíto al cementerio. Ni bien aquélla desea que me acueste con todas las mujeres de la ciudad, ésta se empeña en demostrarme las ventajas de la abstinencia, y mientras una abusa de la noche y no me deja dormir hasta la madrugada, la otra me despierta con el amanecer y exige que me levante junto con las gallinas.9
Mi vida resulta así una preñez de posibilidades que no se realizan nunca, una explosión de fuerzas encontradas que se entrechocan y se destruyen mutuamente. El hecho de tomar la menor determinación me cuesta un tal cúmulo de dificultades, antes de cometer el acto más insignificante necesito poner tantas personalidades de acuerdo, que prefiero renunciar a cualquier cosa y esperar que se extenúen discutiendo lo que han de hacer con mi persona, para tener, al menos, la satisfacción de mandarlas a todas juntas a la mierda.10
Ejemplos de figuras literarias en Yo no tengo una personalidad; yo soy un…
| Figuras literarias | Ejemplos | Descripción |
|---|---|---|
| Metáfora | "la personalidad es una especie de furunculosis anímica" | El autor plantea una figura con personalidades múltiples, incontrolables y potencialmente dañinas. |
| Metáfora | "cada una pretende imponer su voluntad" | Refleja el enfrentamiento de una lucha interna. |
| Antítesis | "Mi vida resulta así una preñez de posibilidades que no se realizan nunca" | Este verso muestra una antítesis en el concepto de 'embarazo de posibilidades' y 'nunca se realizan', demostrando el contraste entre las posibilidades y la incapacidad para actuar sobre ellas debido al conflicto interno. |
| Elipsis | "Aunque me veo forzado a convivir en la promiscuidad más absoluta con todas ellas, no me convenzo de que me pertenezcan." | Este verso deja sin mencionar directamente que las personalidades forman parte de él, lo cual se infiere por el contexto. |
| Simil | "Hasta las personalidades más insignificantes se dan unos aires de trasatlántico." | Trabaja el simil de un trasatlántico para ilustrar la presencia imponente que incluso sus personalidades más insignificantes intentan adoptar. |
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