El madrejón desnudo ya sin una sed de agua1
y la luna perdida en el frío del alba2
y el campo muerto de hambre, pobre como una araña.3

El coche se hamacaba rezongando la altura;4
un galerón enfático, enorme, funerario.5
Cuatro tapaos con pinta de muerte en la negrura6
arrastraban seis miedos y un valor desvelado.7

Junto a los postillones jineteaba un moreno.8
Ir en coche a la muerte ¡qué cosa más oronda!9
El general Quiroga quiso entrar en la sombra10
llevando seis o siete degollados de escolta.11

Esa cordobesada bochinchera y ladina12
(meditaba Quiroga) ¿qué ha de poder con mi alma?13
Aquí estoy afianzado y metido en la vida14
como la estaca pampa bien metida en la pampa.15

Yo, que he sobrevivido a millares de tardes16
y cuyo nombre pone retemblor en las lanzas,17
no he de soltar la vida por estos pedregales.18
¿Muere acaso el pampero, se mueren las espadas?19

Pero al brillar el día sobre Barranca Yaco20
sables a filo y punta merodearon sobre él;21
muerte de mala muerte se lo llevó al riojano22
y una de puñaladas lo mentó a Juan Manuel.23

Ya muerto, ya de pie, ya inmortal, ya fantasma,24
se presentó al infierno que Dios le había marcado,25
y a sus órdenos iban, rotas y desangradas,26
las ánimas en pena de hombres y de caballos.27

28

En formato PDF

Facebook

Twitter

WhatsApp