A don Francisco de Quevedo, Luis de Góngora

Cierto poeta, en forma peregrina1
cuanto devota, se metió a romero,2
con quien pudiera bien todo barbero3
lavar la más llagada disciplina.4

Era su benditísima esclavina,5
en cuanto suya, de un hermoso cuero,6
su báculo timón del más zorrero7
bajel, que desde el Faro de Cecina8

a Brindis, sin hacer agua, navega.9
Este sin landre claudicante Roque,10
de una venera justamente vano,11

que en oro engasta, santa insignia, aloque,12
a San Trago camina, donde llega:13
que tanto anda el cojo como el sano.14

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