La diosa blanca, José Emilio Pacheco

Porque sabe cuánto la quiero y cómo hablo de ella en su ausencia,1
la nieve vino a despedirme.2
Pintó de Brueghel los árboles.3
Hizo dibujo de Hosukai el campo sombrío.4

Imposible dar gusto a todos.5
La nieve que para mí es la diosa, la novia,6
Astarté, Diana, la eterna muchacha,7
para otros es la enemiga, la bruja, la condenable a la hoguera.8
Estorba sus labores y sus ganancias.9
La odian por verla tanto y haber crecido con ella.10
La relacionan con el sudario y la muerte.11

A mis ojos en cambio es la joven vida, la Diosa Blanca12
que abre los brazos y nos envuelve por un segundo y se marcha.13
Le digo adiós, hasta luego, espero volver a verte algún día.14
Adiós, espuma del aire, isla que dura un instante.15

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Análisis

La nieve, el invierno, la llegada de una nueva etapa de la vida, la vejez, es algo que va impregnando los versos de este poema. Para el poeta, en la primera estrofa, la llegada de este nuevo momento vital es como una estampa artística que impresiona cuando se ve y cuando no está se desea, se anhela. Pero es una visión cargada de tristeza por qué significa la llegada de un momento que no tiene vuelta atrás, que no podemos evitar y que llega a todos.

Quizá sea su último año de vida, la muerte y el frío le acecha. La nieve le recuerda a las estampas navideñas de Brueghel, con sus calles y tejados llenos de esta y, como contraste, a las olas de los dibujos de Hokusai, con sus crestas blancas y sus olas amenazadoras llenas de movimiento y de vida.

Para él, en la segunda estrofa, esta imagen es lo más hermoso. Sin embargo, como contraste, para los que trabajan la tierra es un momento de ruina económica, incluso la muerte. Hay una referencia y consciencia de tener que prepararse para la muerte y las ceremonias que esta etapa final necesita. En el verso final de esta estrofa hay una referencia a Jesús y el sudario, elemento con el que se enterraba a los muertos de aquella época.

En la última estrofa la nieve se va y con ella la juventud. Sólo queda esa etapa final, la vejez y el darse cuenta de que estamos en este mundo durante un tiempo breve. El poeta se despide recordando esas estampas blancas, esas de los dibujos de Hokusai y sus crestas blancas, con sus gotas salpicando y que parece volar como gaviotas en el cielo, que parecen atravesar el propio dibujo y salir fuera para mojarnos haciéndonos sentir las salitre en la piel y su sabor en nuestra boca.

La nieve, la espuma, la inocencia, etc., todo lo blanco que pueda haber envuelto nuestra vida va desapareciendo mientras recorremos nuestros camino y, acercándonos a la muerte, recordamos como lejanas estampas esos momentos, teniéndolas presentes poco antes de que el latido de nuestro corazón se detenga definitivamente.

La utilización de la pintura como forma de expresar los sentimientos y la manera de ver el mundo por parte del poeta es importante porque, por un lado nos marca la cultura del propio autor y, por otro lado, se apoya en el trabajo de estos artistas para que nos resulte mucho más fácil y directo entender el mensaje, la imagen global del propio poeta.

Nota de Susana Marín.

Marín, Susana. May., 2014. La diosa blanca, de José Emilio Pacheco. Poemario. Acceso en https://poemario.com/diosa-blanca/