La Ciudad sin Laura, Francisco Luis Bernárdez
En la ciudad callada y sola mi voz despierta una 1
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profunda resonancia. 2
Mientras la noche va creciendo pronuncio un 3
nombre y este nombre me acompaña. 4
La soledad es poderosa pero sucumbe ante mi voz 5
enamorada. 6
No puede haber nada tan fuerte como una voz 7
cuando esa voz es la del alma. 8
En el sonido con que suena siento el sonido de 9
una música lejana. 10
Y en la energía remota que la mueve siento el calor de 11
una remota llamarada. 12
Porque mi voz es una chispa de aquella hoguera 13
que eterniza lo que abrasa. 14
Porque mi amor es una chispa de aquella hoguera 15
que eterniza lo que abrasa. 16
Para poblar este desierto me basta y sobra con 17
decir una palabra. 18
El dulce nombre que pronuncio para poblar este 19
desierto es el de Laura. 20
Las cosas son inteligibles porque este nombre de mujer 21
las ilumina. 22
Porque este nombre las arranca de las tinieblas en 23
que estaban sumergidas. 24
Una por una recuperan su resplandor espiritual y 25
resucitan. 26
Una por una se levantan con el candor y la belleza 27
que teman. 28
La obscuridad desaparece mientras el sueño silencioso 29
se disipa. 30
Por este nombre de los nombres hasta la muerte sin 31
palabras tiene vida. 32
Ya no resuena entre las cosas el gran torrente de las 33
noches y los días. 34
El tiempo calla y se detiene para escuchar esta perfecta 35
melodía. 36
Mi vida entera permanece porque este nombre que 37
recuerdo no me olvida. 38
Porque este nombre me sostiene con emoción desde su 39
tierna lejanía. 40
Cuando mi boca lo ignoraba, la soledad era más honda 41
que el silencio. 42
Cuando mi boca estaba muda, mi corazón era invisible 43
como el viento. 44
Se conocía que vivía por la canción que lo tenía 45
prisionero. 46
Pero vivía en otro mundo; para las cosas de este mundo 47
estaba muerto. 48
Le pesadumbre de las horas era mas íntima que nunca 49
en aquel tiempo. 50
Porque las noches eran largas; porque los días de las noches 51
eran lentos. 52
La tierra estaba más obscura porque faltaban las estrellas 53
en el cielo. 54
El manantial de donde brota la luz que alumbra el corazón 55
estaba seco. 56
¿Qué hubiera sido de mi vida sin este nombre que pronuncio 57
en el desierto? 58
¿Qué hubiera sido de mi vida sin este amor que me acompaña 59
desde lejos? 60
Lejos está la dulce causa del corazón, de la cabeza y de la 61
mano. 62
Pero su ausencia es la del río, que con la fuente que lo llora 63
vive atado. 64
Nunca he sentido como ahora la vecindad de la mujer que 65
estoy cantando. 66
Cuando el amor está presente no puede haber nada escondido 67
ni lejano. 68
La luz del fuego que me alumbra ¿no es la que alumbra el 69
corazón del ser amado? 70
La llamarada que me quema ¿no es la del fuego en que se 71
quema sin descanso? 72
Aunque las leguas se interponen entre nosotros, ya no pueden 73
separarnos. 74
Porque el amor que vence al tiempo no puede estar sino a 75
cubierto del espacio. 76
Entre la dicha y mi existencia la diferencia que hubo ayer se va 77
borrando. 78
El ser que nombro es el que, siendo, me da una vida sin dolor 79
ni sobresalto. 80