Autumnal, Rubén Darío
El poeta destaca el paso de las nubes en un cielo y eso le hace pensar en la atracción de los enamorados y como, en ocasiones, todo se aúna para crear una atmósfera especial que los una más. Esos momentos los guarda el poeta como fuente de inspiración para sus poemas, así como los detalles de la naturaleza, el tiempo y otras personas que son parte de esos instantes.
El poeta desea encontrar esa inspiración, ese sentimiento amoroso que le llene por completo. La intuición lo llevó al campo de noche. El cielo estaba tan estrellado que abrumó all poeta con su belleza. La luz de un nuevo día le hace feliz. Esta va asomando poco a poco. La naturaleza a su alrededor también va despertando y mostrando su belleza, tanto en su conjunto como en cada detalle, planta, flor, etcétera.
Los sonidos de un nuevo día los siente más nítidos. Esto hizo que toda esa belleza, esa transformación interior del poeta, lo viera todo diferente y encontrara a ese amor que ansiaba, anhelaba y que inspirara su vida. Pensó en toda la belleza, en el amor que lo rodeaba.
El poeta nos habla de la belleza que hay a nuestro alrededor, la más pequeña y la más grande, en la noche y en el día. Pero cada uno de nosotros ha de encontrar esa belleza de manera individual. Si se desea encontrar el amor, primero debemos encontrar la belleza en nosotros mismos.
El poeta nos invita a descubrir el amor partiendo del propio conocimiento. Nosotros debemos encontrar la belleza en todo aquello que tenemos cerca. Si de verdad queremos amar, podremos ver dentro de nosotros, querernos, a partir de ahí empezará un cambio, una transformación que, paulatinamente, nos irá abriendo diferentes ventanas, entre ellas el amor.
Lo que está claro, es que el otoño es un momento en el que podemos ver cómo todos los elementos de la naturaleza se combinan para ofrecernos algo bello. No solamente hablamos de los más nítidos como el cielo, sino cómo las nubes se van añadiendo poco a poco, otros elementos como los árboles, las aves… pequeños detalles que al final conforman un paisaje que podemos admirar. Es por ello que nuestra vida es algo parecido.
Para descubrirlos y descubrir el amor, primero tenemos que ser conscientes de los pequeños detalles, tanto personales como de lo que nos rodea. Una vez hecho esto, una vez aceptado quiénes somos, es cuando podemos ofrecer a los demás, es cuando podemos ver lo que nos rodea desde una nueva perspectiva, una nueva mirada.
Poema original: Autumnal
En las pálidas tardes 1
yerran nubes tranquilas 2
en el azul; en las ardientes manos 3
se posan las cabezas pensativas. 4
¡Ah los suspiros! ¡Ah los dulces sueños! 5
¡Ah las tristezas íntimas! 6
¡Ah el polvo de oro que en el aire flota, 7
tras cuyas ondas trémulas se miran 8
los ojos tiernos y húmedos, 9
las bocas inundadas de sonrisas, 10
las crespas cabelleras 11
y los dedos de rosa que acarician! 12En las pálidas tardes 13
me cuenta un hada amiga 14
las historias secretas 15
llenas de poesía; 16
lo que cantan los pájaros, 17
lo que llevan las brisas, 18
lo que vaga en las nieblas, 19
lo que sueñan las niñas. 20Una vez sentí el ansia 21
de una sed infinita. 22
Dije al hada amorosa: 23
?Quiero en el alma mía 24
tener la aspiración honda, profunda, 25
inmensa: luz, calor, aroma, vida. 26
Ella me dijo: ?¡Ven!? con el acento 27
con que hablaría un arpa. En él había 28
un divino aroma de esperanza. 29
¡Oh sed del ideal! 30
Sobre la cima 31
de un monte, a medianoche, 32
me mostró las estrellas encendidas. 33
Era un jardín de oro 34
con pétalos de llama que titilan. 35
Exclamé: ?Más... 36
La aurora 37
vino después. La aurora sonreía, 38
con la luz en la frente, 39
como la joven tímida 40
que abre la reja, y la sorprenden luego 41
ciertas curiosas, mágicas pupilas. 42
Y dije: ?Más...? Sonriendo 43
la celeste hada amiga 44
prorrumpió: ?¡Y bien! ¡Las flores! 45
Y las flores 46
estaban frescas, lindas, 47
empapadas de olor: la rosa virgen, 48
la blanca margarita, 49
la azucena gentil y las volúbiles 50
que cuelgan de la rama estremecida. 51
Y dije: ?Más... 52
El viento 53
arrastraba rumores, ecos, risas, 54
murmullos misteriosos, aleteos, 55
músicas nunca oídas. 56El hada entonces me llevó hasta el velo 57
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que nos cubre las ansias infinitas, 58
la inspiración profunda 59
y el alma de las liras. 60
Y los rasgó. Allí todo era aurora. 61
En el fondo se vía 62
un bello rostro de mujer. 63
¡Oh; nunca, 64
Piérides, diréis las sacras dichas 65
que en el alma sintiera! 66
Con su vaga sonrisa: 67
?¿Más?... ?dijo el hada. 68
Y yo tenía entonces 69
clavadas las pupilas 70
en el azul; y en mis ardientes manos 71
se posó mi cabeza pensativa... 72