Arte poética, Jorge Luis Borges

Mirar el río hecho de tiempo y agua1
y recordar que el tiempo es otro río,2
saber que nos perdemos como el río3
y que los rostros pasan como el agua.4

Sentir que la vigilia es otro sueño5
que sueña no soñar y que la muerte6
que teme nuestra carne es esa muerte7
de cada noche, que se llama sueño.8

Ver en el día o en el año un símbolo9
de los días del hombre y de sus años,10
convertir el ultraje de los años11
en una música, un rumor y un símbolo,12

ver en la muerte el sueño, en el ocaso13
un triste oro, tal es la poesía14
que es inmortal y pobre. La poesía15
vuelve como la aurora y el ocaso.16

A veces en las tardes una cara17
nos mira desde el fondo de un espejo;18
el arte debe ser como ese espejo19
que nos revela nuestra propia cara.20

Cuentan que Ulises, harto de prodigios,21
lloró de amor al divisar su Itaca22
verde y humilde. El arte es esa Itaca23
de verde eternidad, no de prodigios.24

También es como el río interminable25
que pasa y queda y es cristal de un mismo26
Heráclito inconstante, que es el mismo27
y es otro, como el río interminable.28

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Arte poética es un poema de Jorge Luis Borges incluido en El hacedor, libro publicado en 1960 y compuesto de cincuenta y cinco piezas literarias, entre poemas, relatos y ensayos. Sobre el carácter de este libro, el propio autor dice en el epílogo:

El hacedor es una recopilación de relatos, poemas y ensayos que exploran los principales temas que pueblan la obra completa del autor. Es un libro en el que convergen las culturas de Oriente y Occidente, las cosmogonías, el tiempo, los imperios y los reinos, el universo y la ciudad, la vida y la muerte, el arte poético y el tablero de ajedrez. Conviven en él Homero, Heráclito y Dante junto con Rosas, Quiroga y Muraña.

El propósito de Arte poética es describir la naturaleza de la creación y composición de poemas. Desde su título, remite al poeta latino Horacio (65 a. C.-8 a. C.), cuya Epístola a los Pisones es conocida por el nombre en latín Ars poetica (Arte de la poesía) y en la que sienta normas de preceptiva literaria que han sido respetadas durante siglos en la cultura occidental. Borges adoptó este título así como otros escritores lo habían hecho antes para alguna obra propia; por ejemplo, Boileau, Verlaine, Huidobro, Neruda.

El poema de Borges consta de siete cuartetos, es decir, estrofas de cuatro versos endecasílabos con rima abrazada (ABBA). Además de la obligada acentuación de la décima silaba, todos los versos tienen acentuación canónica, seis con carga rítmica fundamental en las sílabas cuarta y octava (versos 1, 8, 9, 12, 20 y 22) y los veintidós restantes en la sexta. Con esta misma forma estrófica, Borges ha elaborado algunos de sus mejores poemas, si no de los más célebres, tal como es el caso de Poema de los dones, cuya primera estrofa es:

Pero la característica distintiva de las estrofas de Arte poética es la rima homonímica. En efecto, los versos que riman no se limitan a hacerlo mediante la coincidencia de las letras finales de cada verso a partir del último acento fónico, sino que, lisa y llanamente, terminan con la misma palabra. Se ha querido interpretar que Borges adoptó esta forma para ilustrar o reforzar sus ideas sobre la circularidad del tiempo y sobre las doctrinas orientales del eterno retorno, principalmente expuestas en El tiempo circular y La doctrina de los ciclos, ensayos contenidos en el libro Historia de la eternidad (1936). Para Borges, la circularidad del tiempo se refiere a la idea de que el tiempo no es lineal ni progresivo, sino que se repite o se cicla en un patrón circular; el tiempo va repitiendo la historia, los hombres, los destinos; todo vuelve de manera incesante. Este es uno de los asuntos más frecuentados en toda la obra borgiana. La mencionada interpretación sobre el propósito «circular» de la rima de Arte poética se llevó al extremo de sostener que el autor no se limitó a las estrofas, sino que reflejó la circularidad en la totalidad de la pieza literaria, puesto que el primer sustantivo del poema («río») es también el último. Tales interpretaciones, desde luego, pertenecen al campo especulativo.

Por otra parte, cada palabra que sirve de rima homófona es sintácticamente la misma en los dos versos que riman, pero es semánticamente, y, sobre todo, pragmáticamente distinta. Por ejemplo, la palabra «agua», en el primer verso, refiere al elemento líquido, mientras que, en el cuarto verso, alude a una corriente. O bien, en la tercera estrofa, los «años» del segundo verso son la unidad de medida de tiempo, pero, en el verso siguiente, son el tiempo mismo. Y, en la quinta estrofa, la «cara» del primer verso es la parte anterior de la cabeza; la del último verso tiene un sentido de identidad o personalidad.

Las claves de comprensión de Arte poética se hallan en determinados versos. Así, en el verso 14 («tal es la poesía») se cierra la enumeración que, sostenida en ocho verbos en infinitivo, se ha venido haciendo desde el primer cuarteto para desentrañar la naturaleza de la poesía.

En los versos 15 y 16 («La poesía / vuelve como la aurora y el ocaso»), Borges postula lo que iba a sostener en las conferencias que, en 1967 y 1968. dictó en la Universidad de Harvard y de las que se han hecho clásicas las siguientes citas:

En los versos 19 y 20 («El arte debe ser como ese espejo / que nos revela nuestra propia cara»), se exalta la autenticidad del arte como expresión de lo que realmente somos, no solo (en el caso de la poesía) como autores de los versos, sino también como lectores. Así, en Siete noches (1980), Borges dijo:

Y Octavio Paz, en El arco y la lira (1957), se refería a lo mismo:

En los versos 23 y 24 («El arte es esa Ítaca / de verde eternidad, no de prodigios»), se compara la inmortal Ítaca de Ulises con la poesía. Cuando el poeta llega a la realización del arte, llega también a su destino, a la placidez de la «verde Ítaca»” que es eterna, igual que la poesía.

En el último cuarteto, Borges convoca a Heráclito, como tantas otras veces a lo largo de su producción literaria, y lo hace para decir que la poesía, aunque sea la misma en su configuración física sobre un papel, es otra cada vez que se la lee, igual que el río interminable e igual que el propio Heráclito.

En sus conferencias de Harvard, y refiriéndose al oficio del escritor, Borges dijo: