Una Pregunta, José Gautier Benítez
El poeta no quiere saber por qué brilla el sol, no busca una respuesta científica a lo que siente. Sólo quiere saber, ante un atardecer de nubes y un infinito color rojo, si es correspondido por su amada. El poeta se dirige a la luna y su belleza clara y brillante. Quiere saber cómo se siente la mujer que desea. Quiere ser parte de sus pensamientos.
Cuando la mira más tranquilo, en toda su intensidad, el ve a la amada hermosa y casi virginal y vuelve otra vez a querer saber si ella le tiene presente en sus pensamientos. La brisa, de la misma forma que se enreda en la cara y cabellos de la mujer, puede saber si ella piensa en él y es por eso que se lo pregunta como si de una persona se tratará.
La belleza de la amada es inmensa y la noche no puede compararse a su lado. Es esa oscuridad la que le hace pensar más en ella y en la incertidumbre de sentirse correspondido o no. Pero también es testigo de la ansiedad del poeta por conocer los sentimientos de la amada. Todo lo que le rodea, el día y la noche, le hace preguntarse si ella siente lo mismo que él.
Estamos ante un poema en el que el poeta expresa de una manera exagerada, excesivamente intensa, su amor y admiración hacia la mujer que ama. Es un torrente de sentimientos, de deseo, de miedo al rechazo y una incertidumbre constante de lo que ella puede estar pensando sobre él.
Cuando leemos y releemos este poema, nos entra una sensación de angustia y, hasta cierto punto, ansiedad, ante la inseguridad del protagonista del mismo, ofreciéndonos una imagen negativa y obsesiva del mismo. Como suele ocurrir en muchos poemas, no se nos ofrece una descripción de la mujer, es más una imagen mental del poeta o una visión que algo real y, hasta cierto punto, parece que tiene la obligación de dar respuesta positiva a las peticiones del poeta, ya que en caso contrario nos encontraríamos con la situación trágica y desproporcionada ante el exagerado amor de este hacia ella.
Poema original: Una Pregunta
Sol espléndido y radiante 1
en la ancha esfera sujeto; 2
no te pregunto el secreto 3
de tu esplendor rutilante. 4Ni por qué, nube distante 5
tiñes de ópalo y rubí; 6
pero perdóname si 7
te pregunto en mi querella, 8
¿si estará pensando en mí 9
como estoy pensando en ella? 10Luna, brillante topacio 11
que, entre nebuloso tul, 12
cruzas la techumbre azul 13
de las alas del espacio. 14Si se fijaron despacio 15
sus bellos ojos en ti, 16
y si la miraste, di 17
si estaba doliente y bella, 18
si estaba pensando en mí 19
como estoy pensando en ella. 20Mar inmenso que te agitas 21
sobre tu lecho de arena, 22
y que ora en bonanza plena 23
tus olas no precipitas; 24tú que bañas las benditas 25
riberas donde viví, 26
los sitios donde la vi 27
tan pura, tan dulce y bella, 28
responde, si piensa en mí, 29
como estoy pensando en ella. 30Brisa, que acaso pasando 31
jugaste con sus cabellos, 32
tú que besaste su cuello 33
su mejilla acariciando, 34Y que luego murmurando 35
te fuiste lejos de allí, 36
si eres la misma que aquí 37
pasas sin marcar tu huella, 38
responde, si piensa en mí, 39
como estoy pensando en ella. 40Noche apacible y serena 41
por más que te cause enojos, 42
que sean más bellos sus ojos 43
y más negra su melena, 44Presta un consuelo a mi pena 45
ya que sufriendo viví, 46
y pues no llega hasta aquí 47
el resplandor de esa estrella, 48
responde, si piensa en mí, 49
como estoy pensando en ella. 50Nubes que en blanco celaje 51
bordáis el manto del cielo, 52
cual aves que alzan el vuelo 53
sobre el inmenso paisaje, 54decidme si en vuestro viaje 55
lejos, muy lejos de aquí, 56
llegasteis a verla, y si 57
respondéis a mi querella, 58
si estaba pensando en mí, 59
como estoy pensando en ella. 60Sol y luna, mar y viento, 61
nubes y noche, ayudadme, 62
y en vuestro idioma contadme 63
si es mío su pensamiento; 64si es igual su sentimiento 65
71
a este que mi pecho hiere, 66
decid si mi amor prefiere 67
a la calma que perdió; 68
¡decidme, en fin, si me quiere 69
lo mismo que la amo yo! 70
Comentarios
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Hector P. Caban Zeda Ene., 2023
Mi abuelo, quien vivia en Utuado, Puerto Rico, siempre que nos visitaba en Arecibo y veia el mar, recitaba fragmentos de esta poesia. Por esto la conozco desde muy nino.