A todos a vosotros, Pablo Neruda

“A todos, a vosotros”, pertenece a Canto General, una de las obras más importantes de Pablo Neruda publicada por primera vez en México en 1950. En aquella época, el escritor chileno ya había iniciado su exilio forzoso como consecuencia de los sucesos políticos acaecidos en su país. La amenaza de detención llevó a Neruda a salir del país e inició un periplo por diferentes estados de América y del resto del mundo. No obstante, Canto General incluye poemas escritos durante más de una década.

Se trata de una obra monumental dividida en 15 secciones con un total de 231 poemas. La idea general que recorre Canto General es la historia y la actualidad de los países hispanoamericanos. Así, las primeras secciones de la obra se dedican a explorar la etapa precolombina y la llegada de los conquistadores. Más adelante llegamos a la sección titulada “El fugitivo” a la que pertenece el poema que nos ocupa. Muchos de estos versos son autobiográficos y narran las peripecias del poeta en clandestinidad y en el exilio. Así mismo, se ocupa de difundir sus ideas políticas y sociales.

Este último aspecto es el que domina en “A todos, a vosotros”. Se trata de un sentido canto a todos los compatriotas chilenos, especialmente a aquellos que viven en dificultades producto de la compleja situación que vive el país. Pero ese título también engloba a todos los ciudadanos del mundo que se encuentran amenazados por la realidad económica.

Como hemos comentado en otras ocasiones, Neruda fue durante mucho tiempo un defensor de las ideas comunistas ocupando una posición preeminente en el Partido Comunista Chileno. Algunos de esas ideas, especialmente las que hacen referencia a la fraternidad y a la esperanza, forman parte del mensaje de esta pieza.

Así, en la primera parte del poema, Neruda se dirige a sus compatriotas, les invita a que no se rindan, a que mantengan su dignidad. Es esta dignidad del pueblo chileno la que lo conducirá a la “primavera invencible”. La victoria llegará, tarde o temprano, por lo que no podemos desfallecer.

Más adelante, Neruda se hace presente en el poema. A pesar de su ausencia, no quiere que el pueblo chileno le olvide, que piense que lo ha abandonado, allá donde esté, siempre luchará por sus compatriotas. Tal vez la culpabilidad, el sentimiento de abandono, hacía mella en Neruda. Él podía irse y esperar, pero mucho otros, no. En estos versos se erige como líder, como referente intelectual de todo un pueblo.

En la parte final del poema, se refiere a todos los trabajadores, a los proletarios, ya fuesen mineros o pescadores. Quiere dejar claro que siente a todos en su corazón, incluso al propio lector, interpelándonos en el penúltimo verso. “A todos, a vosotros” es, como vemos, otro célebre ejemplo de la poesía épica y social que tanto desarrolló Neruda en su trayectoria.


Nota de David Rubio.
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Poema original: A todos a vosotros

A TODOS, a vosotros, 1
los silenciosos seres de la noche 2
que tomaron mi mano en las tinieblas, a vosotros, 3
lámparas 4
de la luz inmortal, líneas de estrella, 5
pan de las vidas, hermanos secretos, 6
a todos, a vosotros, 7
digo: no hay gracias, 8
nada podrá llenar las copas 9
de la pureza, 10
nada puede 11
contener todo el sol en las banderas 12
de la primavera invencible, 13
como vuestras calladas dignidades. 14
Solamente 15
pienso 16
que he sido tal vez digno de tanta 17
sencillez, de flor tan pura, 18
que tal vez soy vosotros, eso mismo, 19
esa miga de tierra, harina y canto, 20
ese amasijo natural que sabe 21
de dónde sale y dónde pertenece. 22
No soy una campana de tan lejos, 23
ni un cristal enterrado tan profundo 24
que tú no puedas descifrar, soy sólo 25
pueblo, puerta escondida, pan oscuro, 26
y cuando me recibes, te recibes 27
a ti mismo, a ese huésped 28
tantas veces golpeado 29
y tantas veces 30
renacido. 31
A todo, a todos, 32
a cuantos no conozco, a cuantos nunca 33
oyeron este nombre, a los que viven 34
a lo largo de nuestros largos ríos, 35
al pie de los volcanes, a la sombra 36
sulfúrica del cobre, a pescadores y labriegos, 37
a indios azules en la orilla 38
de lagos centelleantes como vidrios, 39
al zapatero que a esta hora interroga 40
clavando el cuero con antiguas manos, 41
a ti, al que sin saberlo me ha esperado, 42
yo pertenezco y reconozco y canto. 43

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