Soneto XXX (Cuando en sesiones dulces…), Shakespeare
Cuando en sesiones dulces y calladas1
hago comparecer a los recuerdos,2
suspiro por lo mucho que he deseado3
y lloro el bello tiempo que he perdido,4
la aridez de los ojos se me inunda5
por los que envuelve la infinita noche6
y renuevo el plañir de amores muertos7
y gimo por imágenes borradas.8Así, afligido por remotas penas,9
puedo de mis dolores ya sufridos10
la cuenta rehacer, uno por uno,11
y volver a pagar lo ya pagado.12Pero si entonces pienso en ti, mis pérdidas13
se compensan, y cede mi amargura.14Original en inglésWhen to the sessions of sweet silent thought1528
I summon up remembrance of things past,16
I sigh the lack of many a thing I sought,17
And with old woes new wail my dear time's waste:18
Then can I drown an eye, unus'd to flow,19
For precious friends hid in death's dateless night,20
And weep afresh love's long since cancell'd woe,21
And moan the expense of many a vanish'd sight:22
Then can I grieve at grievances foregone,23
And heavily from woe to woe tell o'er24
The sad account of fore-bemoaned moan,25
Which I new pay as if not paid before.26
But if the while I think on thee, dear friend,27
All losses are restor'd and sorrows end.
Análisis
Si anteriormente hablábamos de un Shakespeare mordaz y testarudo al comentar los sonetos primeros, ahora tenemos enfrente a un Shakespeare más templado y depurado sin que por ello merme la fuerza de su voz. En este soneto, una de las cumbres estéticas en función de su equilibrio, manifiesta el estilo elevado al que sólo por vocación se llega, siendo ésta patrimonio de grandes ingenios como el poeta de Stratford.
Solloza aquí nuestro protagonista por el amigo amado y a él dedica sus palabras más emotivas, porque de hecho, si existieran los anales de la historia de la amistad, éste ocuparía los primeros puestos.
Es evidente que la querencia de Shakespeare por imitar a Horacio es deliberada. Incluso el sentido del soneto puede recordar a pasajes de Ramón Llull, pero hemos de suponer que es una mera coincidencia, ya que Shakespeare no tuvo acceso a los textos de Llull, al menos que sepamos.
Recurre en este caso a la potencia del recuerdo, que le arrastra hasta lugares agridulces donde las lágrimas afloran por la imagen perdida de un tiempo que pasó. Se lamenta de nuevo como si de una elegía se tratara, pero la pluma de Shakespeare apela al ingenio de su poesía para ir apaciguando la desesperación que le atenaza.
Magistral es el uso articulado del tono poético que transcurre entre la desdicha y la esperanza, para terminar materializando la voz de la alegría en luz que eclipsa cualquier inconveniente. Se autoadvierte de que volvería a tropezar en la misma piedra una infinidad de ocasiones más, que ni tan siquiera el remordimiento de la desgracia le hará desistir del propósito de buscar la paz y el sosiego del poeta.
Decía Víctor Hugo que hay dos maneras de perpetuar la especie humana y lograr así la inmortalidad. Una es la familia y otra la poesía. Con la primera se conserva la descendencia, la consecución de nuestro aspecto; con la segunda se eterniza la belleza, que se conserva en el recuerdo de la palabra viva y escrita. De ahí que Shakespeare haga comparecer a los recuerdos, puesto que al poeta no le interesa la especie, sino la belleza de un verso. Tampoco es casual que tras tanta estrofa hundida en el dolor de la desaparición, el poeta decida cerrar genialmente el poema con dos versos que deberían estar en los anales de la historia del amor y la amistad.
Sánchez, Mario. Oct., 2013. Soneto XXX (Cuando en sesiones dulces…), de Shakespeare. Poemario. Acceso en https://poemario.com/soneto-xxx/
Firme con su comentario