Soneto II, Garcilaso de la Vega

En fin, a vuestras manos he venido,1
do sé que he de morir tan apretado,2
que aun aliviar con quejas mi cuidado,3
como remedio, me es ya defendido;4

mi vida no sé en qué se ha sostenido,5
si no es en haber sido yo guardado6
para que sólo en mí fuese probado7
cuanto corta una espada en un rendido.8

Mis lágrimas han sido derramadas9
donde la sequedad y la aspereza10
dieron mal fruto dellas y mi suerte:11

¡basten las que por vos tengo lloradas;12
no os venguéis más de mí con mi flaqueza;13
allá os vengad, señora, con mi muerte!14

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Análisis

Garcilaso, inmerso en la dinámica amorosa del soneto clásico, bien en su forma castellana derivada del cancionero medieval, bien en el estilo italiano proveniente esencialmente de Petrarca, retoma la idea del amor como destino: “En fin a vuestras manos he venido”.

De los componentes de la poesía garcilasista es el amor el más potente, lógicamente unido a un paradigma que no era otro que el príncipe de las armas y las letras, un ideal renacentista extendido en la Europa del momento. Así las cosas, el poeta (pero también guerrero) regresa de una dura batalla para terminar descansando en el regazo de su amada. Él está dolorido por las heridas y sabe que, a pesar de su lamento, pronto morirá: “que aun aliviar con quejas mi cuidado / como remedio m’es ya defendido”. Hay que entender aquí la palabra “defendido” como “prohibido”.

De nuevo el poeta insiste en el destino sangriento de la guerra (“para que sólo en mí fuese probado / cuánto corta una ‘spada en un rendido”); se pregunta por la vida sin saber por qué ha llegado al límite de sus fuerzas y apela a las lágrimas como metáfora del amor puro y desinteresado, pero también hay algo más importante: Garcilaso de alguna manera quiere decir que el amor y la guerra traen indistintamente la dicha y la desgracia; su condición de humanista jamás podrá defender el terror de la sangre de la guerra, pero habiendo luchado en la palestra de los ejércitos y en la escena de la vida amorosa, no podrá retractarse de los sufrimientos que ha padecido.

Dicho de otro modo: cree que por muchas penas que aguarden, es preferible sufrirlas por vivir esas emociones que morir por no haberlas soportado. Una declaración de intenciones sin precedentes en la literatura.
En el último terceto pide la piedad de su amada ante la desesperación de la vida que se le acaba. Ella es, a la sazón, la única persona que puede otorgarle el golpe de gracia en ambos sentidos, tanto en la bondad como en la venganza, y a ella se encomienda dedicándole las últimas palabras.

Nota de Mario Sánchez.

Sánchez, Mario. Oct., 2013. Soneto II, de Garcilaso de la Vega. Poemario. Acceso en https://poemario.com/soneto-ii/

Ejemplos de figuras literarias en Soneto II

Figuras Literarias Ejemplos Descripción
Metáfora "mi vida no sé en qué se ha sostenido" El autor utiliza esta metáfora para expresar su incertidumbre y desesperación sobre su propia existencia. En lugar de hablar directamente de su sufrimiento, compara su vida con algo que está colgando o sosteniéndose precariamente.
Metáfora "cuanto corta una espada en un rendido." El autor utiliza la metáfora de una espada para representar su dolor y sufrimiento. La "espada" puede ser interpretada como una representación del amor o la pasión que ha demostrado ser dañina para él.
Antítesis "Mis lágrimas han sido derramadas donde la sequedad y la aspereza dieron mal fruto dellas y mi suerte." La antítesis se presenta aquí en la yuxtaposición de "lágrimas" (símbolo de tristeza y emoción) y "sequedad y aspereza" (símbolos de falta de emoción o sensibilidad). Este contraste acentúa la desesperación del autor y la dureza de su situación.
Elipsis "allá os vengad, señora, con mi muerte!" El autor utiliza la elipsis al omitir detalles específicos sobre las acciones que espera que la señora tome. Esto añade un aire de misterio y fatalidad a su declaración.
Anáfora "En fin, a vuestras manos he venido, do sé que he de morir tan apretado..." La repetición de la preposición "a" al comienzo de estos versos crea una anáfora, que ayuda a resaltar la resignación del autor a su destino y la intensidad de sus emociones.