Rima L, Gustavo Adolfo Bécquer
Bécquer es uno de los grandes poetas del amor. Y dentro del amor, también se encuentra el desengaño, la mentira y la desilusión. De eso trata la Rima L. Dicen que Gustavo Adolfo Bécquer tal vez sea el escritor español más leído después de Cervantes. A pesar de que en vida su trabajo no tuvo una gran repercusión fue ganando adeptos hasta convertirse en uno de los mitos de la literatura romántica en castellano.
Rima L gira en torno a la mitificación del enamoramiento. Si bien el poeta andaluz se encargó en muchas de sus rimas de construir fascinantes odas al amor, en esta pieza vemos la otra cara de este sentimiento. ¿Cómo podemos estar seguros de que lo que sentimos es real? ¿Y si eso que hemos llamado amor no es sino un fantasma, una invención? Tal vez cuando nos demos cuenta de nuestro error ya sea demasiado tarde.
Bécquer, como es habitual en su producción, modela una pieza corta, de 8 versos, dividida en dos estrofas de 4 versos cada una. Los tres primeros versos de cada estrofa tienen 11 sílabas y el último 7. El poeta sevillano hace uso de las comparaciones, las metáforas y el hipérbaton para fortalecer la musicalidad y el mensaje de su pieza. La rima es asonante en los versos pares.
El poema comienza con una comparación que vertebra toda la pieza. Bécquer compara el falso amor con el falso ídolo. El salvaje adora a un tronco de madera modelado por el mismo como los enamorados se entregan a un amor que no es real, que es ilusorio. De alguna forma, Bécquer está describiendo a los salvajes del amor, aquellos que se entregan a una mentira, a un espejismo, y lo llaman amor.
En la segunda estrofa Bécquer mantiene la misma comparación, aludiendo directamente a la “ridícula invención”, al “fantasma” que no es más que un falso ídolo al que adorar. En los dos últimos versos tal vez el poeta haga referencia al matrimonio, culminación del fracaso de la relación expuesta. El poeta sevillano describe que en el mismo altar se sacrifica el amor, es decir, la mentira se ha adueñado de la pareja que certifica el engaño casándose, amparados por un falso ídolo que han adorado creyendo que era un verdadero dios, el verdadero amor.
Como en otras de sus piezas, Bécquer muestra con bastante claridad sus cartas. Rima L es un canto a la honestidad, y una advertencia ante los peligros del autoengaño. Y es que muchas veces el anhelo del amor nos puede conducir al desastre.
Poema original: Rima L
Lo que el salvaje que con torpe mano 1
hace de un tronco a su capricho un dios, 2
y luego ante su obra se arrodilla, 3
eso hicimos tú y yo. 4Dimos formas reales a un fantasma, 5
9
de la mente ridícula invención, 6
y hecho el ídolo ya, sacrificamos 7
en su altar nuestro amor. 8