Pobre Desdémona, Eduardo Lizalde
El poema se inicia con una referencia a un poema de Bécquer. El poeta habla de los deseos de la amada que chocan con la realidad que la rodea. Tiene sueños maravillosos acerca del amor. Ella siente que está en la primavera, en la que hay una explosión de colores y olores.
Se nos presenta todo como una relación ideal: el sabor de la fruta que toman, los cojines de plumas, olores maravillosos y el amor que envuelve a ambos en la cama. Cuando despierta la mujer el poeta nos describe un cambio trascendental en su rostro. Todo ese sueño primaveral se transforma en otoño, invierno.
Ella ha dejado de quererlo y quiere volver a sentir esa primavera que ya se fue. Para ella él es un lastre y quiere cortar el lazo que los une. El poeta quiere que descanse y que sea realista porque él la quiere. Pero para ella las flores vuelven a ser el estampado de las telas y la luz primaveral sólo es el color de la pintura del techo. La fruta y sus colores son manchas de sangre. El amor ya no existe, ella ya no le ama y quiere irse.
Cuando acabamos de leer el poema nos vienen a la mente diferentes interpretaciones que podemos tomar y justificarlas perfectamente. Una primera lectura nos muestra en un principio una joven angelical que buscar el amor y que, al final del encuentro amoroso, desea finalizar la relación con el poeta.
Sin embargo también podemos realizar una interpretación que puede ser más chocante. Esa interpretación es la de la intencionalidad de la joven para tener una relación por con el poeta y dejar así de ser virgen, de ahí la imagen de las manchas de sangre en las sábanas.
Estaríamos entonces ante el propósito de la joven por perder esa virginidad y poder así iniciar una nueva vida que para nada tenía pensada con el poeta. Es como una liberación, como el desear pasar a ser de niña o joven a mujer a través de la sexualidad consentida y sabiendo que lo hace para conseguir un fin que ella considera mejor.
Poema original: Pobre Desdémona
¡Oh, si las flores duermen, 1
que dulcísimo sueño! 2Bécquer (naturalmente) 3
La espalda de esta luz 4
son esos sueños tuyos, amada, 5
que duelen al soñarse 6
y que hacen florecer las prímulas 7
y azahares en tus flancos. 8Y caen del lecho moras 9
de grueso jugo, cuando sueñas; 10
y zarzarrosas crecen 11
bajo el cojín de pluma; 12
y tiernos gansos pican, 13
bajo el tálamo, hierbas prodigiosas 14
del sueño enternecido. 15Despiertas luego: me miras, 16
descubres en mis ojos la muerte; 17
ves en mi mano flores 18
arrancadas al sueño que soñabas 19
y se deshacen lentas, 20
como el mundo del sueño 21
que pasa a la vigilia, 22
como el flotante polen 23
del jardín distraído 24
hacia los muladares. 25Los pelos de la burra 26
en esta mano 27
que ha de cortar tu vida. 28Vuelve a dormir, te digo, 29
en un dormir sin sueño 30
y sin campánulas. 31Las flores se diluyen plenamente; 32
vuelven a ser remate de las telas. 33
Los gansos vuelan torpes hacia el azul del techo. 34Las moras son tranquilas manchas 35
40
de sangre remolida 36
que el tigre deja ahora 37
al balancear su hocico. 38
Y ya no existe el sueño. 39