Oda 3 – A Francisco de Salinas, Fray Luis de León
El aire se serena1
y viste de hermosura y luz no usada,2
Salinas, cuando suena3
la música estremada,4
por vuestra sabia mano gobernada.5A cuyo son divino6
el alma, que en olvido está sumida,7
torna a cobrar el tino8
y memoria perdida9
de su origen primera esclarecida.10Y como se conoce,11
en suerte y pensamientos se mejora;12
el oro desconoce,13
que el vulgo vil adora,14
la belleza caduca, engañadora.15Traspasa el aire todo16
hasta llegar a la más alta esfera,17
y oye allí otro modo18
de no perecedera19
música, que es la fuente y la primera.20Ve cómo el gran maestro,21
aquesta inmensa cítara aplicado,22
con movimiento diestro23
produce el son sagrado,24
con que este eterno templo es sustentado.25Y como está compuesta26
de números concordes, luego envía27
consonante respuesta;28
y entrambas a porfía29
se mezcla una dulcísima armonía.30Aquí la alma navega31
por un mar de dulzura, y finalmente32
en él ansí se anega33
que ningún accidente34
estraño y peregrino oye o siente.35¡Oh, desmayo dichoso!36
¡Oh, muerte que das vida! ¡Oh, dulce olvido!37
¡Durase en tu reposo,38
sin ser restituido39
jamás a aqueste bajo y vil sentido!40A este bien os llamo,41
gloria del apolíneo sacro coro,42
amigos a quien amo43
sobre todo tesoro;44
que todo lo visible es triste lloro.45¡Oh, suene de contino,46
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Salinas, vuestro son en mis oídos,47
por quien al bien divino48
despiertan los sentidos49
quedando a lo demás amortecidos!50
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