Oceánida, Leopoldo Lugones

El mar, lleno de urgencias masculinas,1
bramaba en derredor de tu cintura,2
y como un brazo colosal, la oscura3
ribera te amparaba. En tus retinas,4

y en tus cabellos, y en tu astral blancura5
rieló con decadencias opalinas6
esa luz de las tardes mortecinas7
que en el agua pacífica perdura.8

Palpitando a los ritmos de tu seno9
hinchóse en una ola el mar sereno;10
para hundirte en sus vértigos felinos11

su voz te dijo una caricia vaga,12
y al penetrar entre tus muslos finos13
la onda se aguzó como una daga.14

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