El Lobo y el Perro Flaco, Félix María de Samaniego

Un perro muy pero muy flaco, se alejó de su aldea en busca de comida. De repente un lobo lo sorprendió distraído y lo apresó para comérselo.1
Entonces el perro dijo: —¿Para qué me quieres? ¿No ves que estoy muy flaco soy solo piel y huesos?2
Como el perro vio que el zorro seguía empecinado en comérselo, agregó: —¡En el día de mañana se casa la hija de mi amo, y se dará un banquete estupendo y suculento por el lapso de una semana! ¡Seguramente mi querido amo me dará las sobras, y engordaré lo suficiente para ser un suculento bocado!3
El lobo pensó durante unos momentos y creyó que le convenía dejar libre al perro. Al tiempo fue a buscarlo ¡lo encontró acompañado de otro perro, un enorme mastín a quien lo llamaban Matalobos, que lo obligó a salir corriendo desesperado del lugar!4

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