La rosa eterna, Xavier Abril

En la mañana vacía1
vestida de su alborada;2
en la tarde fenecía3
cual la rosa de la nada.4

Estaba abierta de día,5
de noche estaba cerrada;6
cantaba como gemía,7
sentía cuanto lloraba,8

La flor del mundo ignorada,9
que sólo el alma adivina,10
de su tallo se alejaba11
a ser la rosa divina.12

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