LXVI, Tomás de Iriarte
Hubo un rico en Madrid (y aun dicen que era1
más necio que rico),2
cuya casa magnífica adornaban3
muebles exquisitos.4-¡Lástima que en vivienda tan preciosa-5
le dijo un amigo,6
-falte una librería!, bello adorno,7
útil y preciso.-8-Cierto-, responde el otro. -¡Que esa idea9
no me haya ocurrido!...10
A tiempo estamos. El salón del Norte11
a este fin destino.12-Que venga el ebanista, y haga estantes13
capaces, pulidos,14
a toda costa. Luego trataremos15
de comprar los libros.16-Ya tenemos estantes. Pues, ahora-,17
el buen hombre dijo,18
-¡echarme yo a buscar doce mil tomos!19
¡No es mal ejercicio!20-Perderé la chaveta, saldrán caros,21
y es obra de un siglo...22
Pero ¿no era mejor ponerlos todos23
de cartón fingidos?24-Ya se ve: ¿por qué no? Para estos casos25
tengo yo un pintorcillo26
que escriba buenos rótulos e imite27
pasta y pergamino.28-¡Manos a la labor!- Libros curiosos29
modernos y antiguos30
mandó pintar, y a más de los impresos,31
varios manuscritos.32El bendito señor repasó tanto33
sus tomos postizos,34
que aprendiendo los rótulos de muchos,35
se creyó erudito.36Pues ¿qué más quieren los que sólo estudian37
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títulos de libros,38
si con fingirlos de cartón pintado39
les sirven lo mismo?40
Firme con su comentario