La cautiva. 6. La espera, Esteban Echeverría
Sexta¡Qué largas son las horas del deseo!1
MoretoLa esperaTriste, obscura, encapotada2
llegó la noche esperada,3
la noche que ser debiera4
su grata y fiel compañera;5
y en el vasto pajonal6
permanecen inactivos7
los amantes fugitivos.8
Su astro, al parecer, declina,9
como la luz vespertina10
entre sombra funeral.11Brian, por el dolor vencido12
al margen yace tendido13
del arroyo; probó en vano14
el paso firme y lozano15
de su querida seguir;16
sus plantas desfallecieron,17
y sus heridas vertieron18
sangre otra vez. Sintió entonces19
como una mano de bronce20
por sus miembros discurrir.21María espera, a su lado,22
con corazón agitado,23
que amanecerá otra aurora24
más bella y consoladora;25
el amor la inspira fe26
en destino más propicio,27
y la oculta el precipicio28
cuya idea sólo pasma:29
el descarnado fantasma30
de la realidad no ve.31Pasión vivaz la domina,32
ciega pasión la fascina;33
mostrando a su alma el trofeo34
de su impetuoso deseo35
la dice: tú triunfarás.36
Ella infunde a su flaqueza37
constancia allí y fortaleza;38
Ella su hambre, su fatiga,39
y sus angustias mitiga40
para devorarla más.41Sin el amor que en sí entraña,42
¿qué sería? Frágil caña,43
que el más leve impulso quiebra,44
ser delicado, fina hebra,45
sensible y flaca mujer.46
Con él es ente divino47
que pone a raya el destino,48
ángel poderoso y tierno49
a quien no haría el infierno50
vacilar y estremecer.51De su querido no advierte52
el mortal abatimiento,53
ni cree se atreva la muerte54
a sofocar el aliento55
que hace vivir a los dos;56
porque de su llama intensa57
es la vida tan inmensa,58
que a la muerte vencería,59
y en sí eficacia tendría60
para animar como Dios.61El amor es fe inspirada,62
es religión arraigada63
en lo íntimo de la vida.64
Fuente inagotable, henchida65
de esperanza, su anhelar66
no halla obstáculo invencible67
hasta conseguir victoria;68
si se estrella en lo imposible69
gozoso vuela a la gloria70
su heroica palma a buscar.71María no desespera,72
porque su ahínco procura73
para lo que ama, ventura;74
y al infortunio supera75
su imperiosa voluntad.76
Mañana -el grito constante77
de su corazón amante78
la dice-, mañana el cielo79
hará cesar tu desvelo,80
la nueva luz esperad.81La noche cubierta, en tanto,82
camina en densa tiniebla,83
y en el abismo de espanto,84
que aquellos páramos puebla,85
ambos perdidos se ven.86
Parda, rojiza, radiosa,87
una faja luminosa88
forma horizonte no lejos;89
sus amarillos reflejos90
en lo obscuro hacen vaivén.91La llanura arder parece,92
y que con el viento crece,93
se encrespa, aviva y derrama94
el resplandor y la llama95
en el mar de lobreguez.96
Aquel fuego colorado,97
en tinieblas engolfado,98
cuyo esplendor vaga horrendo,99
era trasunto estupendo100
de la inferna terriblez.101Brian, recostado en la yerba,102
como ajeno de sentido,103
nada ve: ella un rüido104
oye; pero sólo observa105
la negra desolación,106
o las sombrías visiones107
que engendran las turbaciones108
de su espíritu. ¡Cuán larga109
aquella noche y amarga110
sería a su corazón!111Miró a su amante; espantoso,112
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un bramido cavernoso113
la hizo temblar, resonando:114
era el tigre, que buscando115
pasto a su saña feroz116
en los densos matorrales,117
nuevos presagios fatales118
al infortunio traía.119
En silencio, echó María120
mano a su puñal, veloz.121
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