El Viaje Definitivo, Juan Ramón Jiménez
Juan Ramón Jiménez fue un poeta andaluz que nació en un pueblecito de Huelva en el año 1881 y murió en Puerto Rico en 1958. En el año 1956 ganó el Premio Nobel de Literatura. Su obra más famosa fue Plateo y yo, escrita en 1914, pero para muchos de sus lectores no existe nada más delicioso que el conjunto de su poemario.
El viaje definitivo nos ofrece en forma de metáfora la cuestión que ha podido inspirar a prácticamente todos los poetas del mundo: la muerte. Sabemos que nuestro poeta en concreto fue una persona muy unida a sus cosas por humildes que fueran: su casa, su pueblo, su burrito, su huerto, su pozo… y amante de lo cotidiano lo cual fue, al fin y al cabo, la fuente primera de su inspiración y de su persona.
El poema se compone de cuatro estrofas: las dos primeras son de tres versos cada una y las dos últimas de cuatro versos, dando lugar a catorce versos en su mayoría de arte mayor.
El tema central del poema es la situación de aquello que lo rodea una vez ocurrida la muerte del propio autor. Juan Ramón Jiménez se imagina cómo de inalterable permanecerá todo aquello que lo rodea una vez que ya no esté vivo… a excepción de los hombres, que serán finitos como él. Cada una de las estrofas nos ofrece a la vez un subtema, así:
En la primera estrofa el poeta comienza diciendo que él se irá… y enumera una serie de elementos vivos, como el pájaro, el huerto o el árbol que, a pesar de que son seres vivos, permanecerán como ideas universales. Estos elementos los emplea el autor para otorgar al hombre singularidad: los pájaros mueren pero permanece la idea de pájaro; un hombre, en cambio, cuando muere deja de existir. La segunda estrofa la dedica a aquellos elementos que no mueren y cuando él ya no se encuentre presente estos elementos permanecerán inalterables, como el cielo, las tardes, las campanas. En la tercera estrofa Juan Ramón Jiménez hace alusión a los demás seres humanos: “aquellos que me amaron”, “el pueblo”, etc. que también sufrirán cambios al igual que él. En la cuarta estrofa se está despojando de todo lo que le pertenece, y a sus cosas más queridas las va adjetivando con el color propio que las caracteriza: “árbol verde”, “cielo azul”, “pozo blanco”, lo cual nos está indicando que todo lo que dice no es algo nuevo ni nada inventado, sino que está reflexionando sobre aquello que todos pensamos. Termina el poema con un verso que nos devuelve al mundo inalterable para remarcar la poca relevancia del ser humano.
En cuanto a los recursos literarios empleados, destacaremos la metáfora ya desde el título del poema, aposiopesis en el primer verso que indica que este poema surge tras mucho reflexionar y en el verso 10; derivación en el verso 5, enumeración en los versos 11, 12 y 13, y polisíndeton o uso excesivo de la conjunción “y” en los versos que componen la última estrofa.
El mundo poético de Juan Ramón Jiménez es muy completo, y trató tanto temas tan cotidianos como su huerto, su pueblo o su hogar como temas tan profundos como las diferentes etapas de la vida o su propia muerte. Por último nos queda agradecerle su estilo sencillo, natural, sincero y cercano.
Poema original: El Viaje Definitivo
Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros 1
cantando. 2
Y se quedará mi huerto con su verde árbol, 3
y con su pozo blanco. 4Todas las tardes el cielo será azul y plácido, 5
y tocarán, como esta tarde están tocando, 6
las campanas del campanario. 7Se morirán aquellos que me amaron 8
y el pueblo se hará nuevo cada año; 9
y lejos del bullicio distinto, sordo, raro 10
del domingo cerrado, 11
del coche de las cinco, de las siestas del baño, 12
en el rincón secreto de mi huerto florido y encalado, 13
mi espíritu de hoy errará, nostáljico... 14Y yo me iré, y seré otro, sin hogar, sin árbol 15
19
verde, sin pozo blanco, 16
sin cielo azul y plácido... 17
Y se quedarán los pájaros cantando. 18