XXIII. Tahona estuosa de aquellos mis bizcochos…, César Vallejo
XXIIITahona estuosa de aquellos mis bizcochos1
pura yema infantil innumerable, madre.2Oh tus cuatro gorgas, asombrosamente3
mal plañidas, madre: tus mendigos.4
Las dos hermanas últimas, Miguel que ha muerto5
y yo arrastrando todavía6
una trenza por cada letra del abecedario.7En la sala de arriba nos repartías8
de mañana, de tarde, de dual estiba,9
aquellas ricas hostias de tiempo, para10
que ahora nos sobrasen11
cáscaras de relojes en flexión de las 2412
en punto parados.13Madre, y ahora! Ahora, en cuál alvéolo14
quedaría, en qué retoño capilar,15
cierta migaja que hoy se me ata al cuello16
y no quiere pasar. Hoy que hasta17
tus puros huesos estarán harina18
que no habrá en qué amasar19
¡tierna dulcera de amor,20
hasta en la cruda sombra, hasta en el gran molar21
cuya encía late en aquel lácteo hoyuelo22
que inadvertido lábrase y pulula ¡tú lo viste tanto!23
en las cerradas manos recién nacidas.24Tal la tierra oirá en tu silenciar,25
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cómo nos van cobrando todos26
el alquiler del mundo donde nos dejas27
y el valor de aquel pan inacabable.28
Y nos lo cobran, cuando, siendo nosotros29
pequeños entonces, como tú verías,30
no se lo podíamos haber arrebatado31
a nadie; cuando tú nos lo diste,32
¿di, mamá?33
autógrafo34
Firme con su comentario