A Joaquín Romero Murube

Retratos familiares1
cuelgan primeros planos en la sala2
que ha presenciado tantas muertes3
y ningún nacimiento.4
Y en voz tan baja como un sueño,5
casi apenas penumbra,6
me están hablando ahora.7
Retratos con los rostros que alentaron8
mis abuelos paternos.9
Ellos se hicieron Guadalquivir abajo,10
a cuestas con el río de sus vidas,11
dejando atrás Sevilla para siempre.12
Ambos eran maestros y venían buscando13
el mito que nos salva y nos condena:14
la manzana de la salud15
madurándose en medio de los mares,16
brote del corazón de su esperanza.17
Aquí aprendieron a leer los valles,18
a escribir con su letra19
abecés de montañas y horizontes.20

Aquí pudieron estrechar la mano21
de lo que había sido solamente22
el rumor de un distante paraíso.23
Y a trancas y barrancas24
salieron adelante con sus penas25
y quemaron sus naves.26
Mi rostro deletreo en sus facciones.27
Algo mío hay en ellos:28
raíces de nostalgias insepultas,29
voces que nunca dejan de estar solas,30
sonrisas de naranjo y hierbabuena.31
No debieron ser «godos»32
quienes aquí calaron con su muerte33
el fruto amargo del aislamiento;34
quienes en mí engendraron35
la libertad por patria36
y el sueño de una isla por frontera.37
No, no pudieron ser «godos»,38
jamás pudieron serlo,39
quienes testamentaron en mi sangre40
un cielo azul que brama como un toro41
sobre esta soledad de estar muriendo42
en la sed y en el pan de cada día.43
Ni serán nunca sombras sino piedras sillares44
estos viejos retratos45
que dan silencio firme a las paredes.46
Solamente por ellos,47
casa de Tacoronte,48
más que de mar donde los ríos mueren49
tienes de lluvia en que la hierba nace.50

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