Resaca, Yolanda Bedregal
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Cuando ya la resaca deje mi alma en la playa,1
y del arco agobiado de mi espalda se vaya2
el ala cercenada, cual vela desafiante,3
en cicatriz y estela prolongará el instante.4Quedarán vigilando, símbolo intrascendente,5
dos pobres ojos pródigos y una mendiga frente.6
¡Catacumba de agua, amor! ¡No me conoces!7Ni nadie nos conoce. Sólo hay fugaces roces,8
desencuentros, en la prieta mudez de encrucijadas.9
Expían su demora presencias nunca halladas.10No son cruz ya los brazos ni altar para holocausto11
de salvajes ternuras. Con su claror exhausto,12
un sol desalentado ahonda los abismos.13Somos polvo y lucero, todo en nosotros mismos.14
Para esta elemental ceniza taciturna15
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sea la inmensa lágrima del Mar celeste urna.16
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