Poema 5, Francisco Matos Paoli
He avanzado por túneles de niebla, he avanzado1
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hacia ese antiguo mar2
que nunca se da como misterio redentor.3
Hasta mí llega la irrisión de la plebe.4
Yo sé lo que me espera: el INRI en la cruz.5
Y nadie me hace caso. Los mártires sobran,6
son impertinentes7
ante ese colectivo que no abraza más8
al indefenso.9
Tú me aseguras: es un delito interpretar,10
resbalar sobre la misma superficie siempre11
sin lograr el milagro del Cristo.12
Me encuentro con un rótulo imperialista: «No trespassing».13
El coquí, sobre la hierba,14
no necesita alojo en el minuto. Le basta la humedad15
del cielo16
derramada sobre él, le basta la conjunción del astro17
que lo halaga con su rielo secreto18
en la plena, gustosa ebriedad de la lluvia.19
Hasta aquí llega la impiedad del paria,20
del que imita payasos y ha plagiado21
el oro de los asesinos.22
El cielo es áspero, camarada. Es pavesa no más.23
Si se considera que debemos aguardar24
lo meditativo de aquella semilla25
que murió26
para que yo naciera en ti.27
¿Pero yo soy Jacob? ¿Y peleo con el Ángel28
hasta la escurridiza alba interior,29
hasta pedir el nombre, o la piedra blanca30
con nombre31
al que evade mi silencio de siglos?32
Porque el signo no debe dilapidarse. Es un acervo33
soledoso, es una compañía que se merece34
la emoción del reconocimiento35
en una isla apagada por el mar.36
Las cosas...37
El vientre de la mujer...38
¿Qué voy a hacer con el hecho, con el praxista39
desconsiderado40
que no cree en mí?41
Alguien desea ardientemente acortarme las alas,42
seccionarme en el objeto desnudo,43
volcarme en la refriega del que empieza siempre44
a no interpretar...45
No es tan válido el útil que me ofreces46
a cambio del suicidio de los astros.47
No insistas, camarada,48
yo no debo callar ante la madrépora gigante49
cubierta de algas. No debo callar ante los corales primigenios50
que conocí cuando era niño,51
no debo callar...52
Firme con su comentario