Pistas, Martín Ezequiel Sosa

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El tiempo pasa, callado y sin permiso,1
deja arrugas como cartas sin abrir,2
marca el alma con su lento hechizo,3
y enseña a soltar para poder seguir.4

Cada año es un pliegue en la memoria,5
un susurro antiguo en la piel que habito,6
y aunque el espejo no cuente la historia,7
la siento vibrar en cada latido.8

Los días caen como hojas de otoño,9
pero algo florece en cada caída,10
hay belleza en el viejo retoño11
que renace al final de la herida.12

He amado, perdido, aprendido a perder,13
y he brindado con vino y con lágrimas,14
porque vivir no es solo vencer,15
es bailar con las propias páginas.16

El tiempo enseña a no tener miedo17
a las despedidas, al cambio, al dolor,18
a comprender que todo en su credo19
lleva escondido un poco de amor.20

Ya no me asusta llegar al invierno,21
si mi corazón aún guarda calor,22
porque lo que se vuelve eterno23
no lo toca jamás el reloj.24

Y si el pasado fue mi maestro,25
que el presente me encuentre de pie,26
mirando al futuro siniestro27
con la fe de quien ya lo probó y ve.28

Porque el tiempo no es un verdugo frío,29
es el hilo que teje lo que fui y soy,30
y si algo me enseñó su albedrío31
es que en cada adiós, un nuevo HOY.32

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