Piedra negra sobre una piedra blanca, César Vallejo

Me moriré en París con aguacero,1
un día del cual tengo ya el recuerdo.2
Me moriré en París ─y no me corro─3
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.4

Jueves será, porque hoy, jueves, que proso5
estos versos, los húmeros me he puesto6
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,7
con todo mi camino, a verme solo.8

César Vallejo ha muerto, le pegaban9
todos sin que él les haga nada;10
le daban duro con un palo y duro11

también con una soga; son testigos12
los días jueves y los huesos húmeros,13
la soledad, la lluvia, los caminos...14

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  • Idelso Nov., 2022

    Hermoso poema de quien es uno de los poetas mas grandes de la humanidad. Vanguardista, hombre de versos y accion comprometido con el mundo y su devenir historico


Análisis

A fines de 1937, el poeta peruano César Vallejo, a la sazón de cuarenta y cinco años de edad y residente en París, compuso su poema Piedra blanca sobre una piedra negra, cuya primera estrofa decía:

Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París −y no me corro−
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.

En abril del año siguiente, Vallejo murió en París y en un día lluvioso, pero no era jueves de otoño, sino viernes de primavera.

La labor poética de César Vallejo atravesó tres etapas. La primera de ellas fue la modernista, fuertemente influida por la obra de Rubén Darío y materializada en su libro Los heraldos negros, publicado en 1919, cuando el poeta peruano tenía veintiséis años. La segunda etapa es la vanguardista, representada por su poemario Trilce de 1922, libro denso y hermético, plagado de figuras retóricas, experimental, innovador, con un lenguaje perturbado y pleno de vulgarismos, cultismos, arcaísmos, neologismos, alteraciones de la gramática y caótica disposición gráfica de las palabras. La tercera etapa es la revolucionaria, simbolizada por sus poemarios España, aparta de mí este cáliz y Poemas humanos, ambos publicados póstumamente en 1939, y en los que retoma el lenguaje accesible, abandona los experimentos léxicos y vuelve a los ritmos clásicos. Algunos eruditos han considerado que esta vuelta a una expresión más cercana al lector común fue influida por la adhesión de Vallejo al pensamiento marxista.

El poema Piedra blanca sobre una piedra negra formó parte del libro Poemas humanos, del que el poeta y crítico literario venezolano Guillermo Sucre, en su libro La máscara, la transparencia (Ensayos sobre poesía hispanoamericana) (1975), dijo:

Poemas humanos es todavía, y de manera que parece más extrema, el libro de la enajenación ─del «hombre que ha caído y ya no llora»─. En efecto, la enajenación tiende a minarlo todo. Empieza (y termina) por ser un signo de la propia condición humana; es por ello, en última (y primera) instancia, fatal e irreductible. Sin embargo, no es el carácter inevitable de la muerte lo que resulta desquiciante en Vallejo; lo es el hecho de que el hombre esté condenado a la penuria existencial y al vacío como última trascendencia.

En 1923, el poeta peruano se trasladó a Europa y fijó residencia en París, con ocasionales viajes a otros países europeos. En 1931, estuvo un año en España. Volvió a París y allí vivió hasta su muerte en 1938. Nunca regresó a su patria. El poeta, novelista y ensayista español Luis López Álvarez, en su ensayo César Vallejo en París (1988), escribió:

La presencia de la muerte, una de las constantes mayores en la poesía de Vallejo, se torna acuciante en sus años de París. La actividad periodística, la frecuentación de exposiciones y espectáculos, el trato con amigos y conocidos, no logran acallar el apremio de su voz interior. Cada vez se pregunta con mayor frecuencia sobre la finalidad misma de su existencia. Antes de saber lo que es y para lo que ha nacido, sabe, desde luego, lo que decididamente no es y para lo que no entiende haber nacido.

En sus Apuntes biográficos sobre «Poemas en prosa» y «Poemas humanos», publicado en 1968, la viuda del poeta, Georgette Vallejo, relata:

Ya en 1926/27, Vallejo experimenta un estado de inestabilidad y de descontento de sí mismo, de orden moral. Pese a la paz material ─por cierto, relativa─ que ha conseguido el año anterior, […] Vallejo exclama en francés, en el segundo trimestre de 1927, «Tout ça, ce n’est ni moi ni ma vie!» («¡Todo eso no soy yo ni mi vida!»).

El poema Piedra negra sobre una piedra blanca está construido sobre una estructura de soneto modificado, aunque no se trata de una modificación que responda a un modelo preexistente. Se mantienen las estrofas de la forma clásica (dos de cuatro versos y dos de tres) y la métrica de once sílabas, salvo el verso 10. La acentuación rítmica fundamental también es canónica (sílabas sexta y décima en todos los versos, salvo los versos 11 y 13, en que se acentúan las sílabas cuarta, octava y décima). La rima es asonante, es decir, apartada de la consonancia tradicional. Además, el esquema de rimas es AABB CAAC DDE FGF, lo que constituye una fuerte y asimétrica alteración del modelo clásico. El verso 10 es decasílabo, con lo que se rompe la métrica rigurosa de los restantes versos endecasílabos. Esta extraña variante puede deberse a una alteración que Vallejo introdujo deliberadamente, cualquiera hubiera sido su intención poética para hacerlo, o bien se trata de un descuido o desprolijidad inadvertida por el autor. (Desde luego, no habría que descartar la posibilidad de una errónea lectura del manuscrito original). Por otra parte, este verso presenta una anomalía más llamativa aún. En efecto, en el encabalgamiento «le pegaban / todos sin que él les haga nada» se incurre en una desagradable discordancia de los tiempos verbales, ya que debe decirse «le pegaban / todos sin que él les hiciera nada». (El pretérito imperfecto del indicativo [«pegaban»] requiere el imperfecto del subjuntivo [«hiciera»]). Resultaría muy forzada la excusa de que se trata de una licencia poética. Por otra parte, con el verbo en el tiempo correcto, este verso pasaría a tener las once sílabas métricas «requeridas», aunque los acentos rítmicos resultantes no responderían a ninguna de las posibles combinaciones válidas de la forma de soneto.

Sobre este poema, el ensayista español Francisco Martínez García, ha dicho en una conferencia (1992):

El poema ─un soneto no lo suficientemente heterodoxo como para borrar las líneas maestras de su ascendencia preceptivo-canónica─ consta, como se ve, de dos partes tajantemente diferenciadas. La primera se cumple con los dos cuartetos: en ella, el sujeto lírico, en paladina primera persona, se refiere a su propia muerte, presintiéndola. La segunda parte llena los dos tercetos y su separación de la primera es evidente: el sujeto lírico ha desaparecido y, en su lugar, un narrador anónimo y objetivo implicado en el texto nos da cuenta de la muerte de César Vallejo, lo que quiere decir que lo presentido en la primera parte ─¿cuánto tiempo hace?─ se ha cumplido.

Mucho se ha especulado sobre la significación del título de este poema. Las hipótesis formuladas son muy diversas y van desde la invocación de costumbres fúnebres de los antiguos pueblos peruanos hasta la referencia a algunos párrafos de Don Quijote, pasando por el simbolismo de los colores en diversas culturas, incluyendo la piedra blanca y la piedra negra con las que, según el poeta Ovidio, los romanos identificaban los días buenos y los días malos, respectivamente. Lo cierto es que nada avala a ninguna de esas variadas interpretaciones, por lo que el título conserva su hermeticidad.

Durante veinte años de actividad creadora, César Vallejo abarcó todos los géneros literarios: poesía, narrativa (novelas y cuentos), teatro y artículos periodísticos. Es considerado uno de los escritores sobresalientes del siglo XX. El poeta, crítico y monje trapense Thomas Merton llegó a definir a Vallejo como «el más grande poeta universal después de Dante», afirmación que, a medida que pasa el tiempo y crece la valoración del vate peruano, va pareciendo menos excesiva.

Nota de Javier Collazo.

Collazo, Javier. Ago., 2023. Piedra negra sobre una piedra blanca, de César Vallejo. Poemario. Acceso en https://poemario.com/piedra-negra-blanca/

Ejemplos de figuras literarias en Piedra negra sobre una piedra blanca

Figuras Literarias Ejemplos Descripción
Metáfora "Me moriré en París con aguacero" La lluvia en París se compara con la muerte, representando tristeza y melancolía.
Hipérbole "le pegaban / todos sin que él les haga nada" Exageración de la violencia que César Vallejo sufrió, expresando la magnitud de su sufrimiento.
Personificación "la soledad, la lluvia, los caminos" La soledad, la lluvia y los caminos se presentan como testigos de la muerte de César Vallejo, atribuyéndoles cualidades humanas.
Anáfora "Jueves será, porque hoy, jueves, que proso / estos versos, los húmeros me he puesto" Repetición de la palabra "jueves" al comienzo de los versos, enfatizando la importancia del día jueves en relación con la muerte.
Metonimia "los días jueves y los huesos húmeros" El uso de "huesos húmeros" para representar el cuerpo del protagonista y su sufrimiento.