El Mar Lejano, Juan Ramón Jiménez

Análisis

El mar lejano es un breve poema compuesto por doce versos de arte mayor agrupados en tres serventesios; el esquema métrico es el siguiente: 9A 9B 9A 9B. En su brevedad consigue nuestro poeta agrupar una gran cantidad de cosas bellas: recoge todo aquello que va experimentando y sintiendo conforme el día va pasando como si las horas del día fueran algo espléndido y maravilloso que merece ser recogido en unos versos románticos y elaborados.

El eje central es, como el título nos indica, el lejano mar; pero crea un paralelismo entre el mar y el Sol que aporta al poema las herramientas necesarias para dibujar tres cuadros diferentes de un mismo paisaje en diferentes momentos del día. Es realmente una pintura elegante y poética la que logra en esta ocasión el poeta andaluz.

Nos encontramos ante un poema del famoso escritor y poeta español Juan Ramón Jiménez (Moguer, Huelva, 1881 – Puerto Rico, 1958). Este poeta y amante de su tierra buscó la Verdad y la Belleza mediante sus versos; y estos resultaron, ciertamente, bellos y eternos. El amor, los elogios a su tierra y el paso del tiempo fueron algunos temas característicos de su poesía. Como bien sabemos, Juan Ramón Jiménez se inspiró en numerosas ocasiones en su pueblo, Moguer. Dicho pueblo se encuentra relativamente cerca del mar; así que es muy probable que El mar lejano sea un poema dedicado a este trocito de mar que tenía tan cerca de su hogar.

La primera estrofa es la descripción de un amanecer: “mar de la aurora” (verso 3). Cuando amanece todo comienza, todo se mueve “se mueven todos los caminos” (verso 2), y lo que ve es luminoso y plateado. El último verso de la estrofa es una exclamación mediante la cual el poeta se dirige al mar. Esta construcción la repetirá al final de cada una de las tres estrofas dándole en cada una de ellas un adjetivo que describe la situación del mar según el momento del día. En este amanecer que se nos describe, el mar (aunque también podría estar dirigiéndose a los rayos del Sol) está “nuevo”. Y dice: “entre los pinos” quizás porque el camino que hay que recorrer desde Moguer hasta el mar está repleto de pinaress… son los pinos los que lo separan del lejano mar.

La segunda estrofa es el mediodía. Un Sol tan luminoso e intenso que deslumbra y “ciega los caminos” (verso 6). Ahora el mar no es de plata sino de oro: amarillo, fuego ardiente, altivo y brillante. “Mar de la siesta”, costumbre necesaria cuando el Sol es tan fuerte y caluroso que no nos permite ni acercarnos a la orilla del mar. En esta ocasión califica al mar de “loco”, quizás porque es el momento del día en el que las mareas cambian su rumbo y comienzan a bajar o subir según les corresponda. Ahora tanto el Sol como el mar pueden ser divisados por encima de los pinos.

La tercera y última estrofa corresponde a la puesta de Sol. Son versos vespertinos teñidos de rosa como el cielo en el ocaso. Es un momento en el que el Sol es más suave y comprensivo y el mar más dulce y placentero; rosa como el amor y dulce como la amada. Poco a poco va desapareciendo por debajo de los pinos adentrándose en la noche, como el Sol.

El orden diseñado para este poema es quizás el aspecto más relevante; no obstante recursos como la adjetivación, la repetición (por ejemplo de la palabra “mar”), la aposiopesis (versos 2, 6 y 10), y las estructuras paralelas son también dignos de ser mencionados, pues aportan al poema aún más clase y belleza si se puede.

El Sol y el mar son elementos muy valorados por las personas del sur, de Andalucía; y este poema, además, nos revela muchos datos del clima y las costumbres que envolvieron a Juan Ramón Jiménez.

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