Fresco, César Vallejo

Llegué a confundirme con ella,1
tanto...! Por sus recodos2
espirituales, yo me iba3
jugando entre tiernos fresales,4
entre sus griegas manos matinales.5

Ella me acomodaba después los lazos negros6
y bohemios de la corbata. Y yo7
volvía a ver la piedra8
absorta, desairados los bancos, y el reloj9
que nos iba envolviendo en su carrete,10
al dar su inacabable molinete.11

Buenas noches aquellas,12
que hoy la dan por reír13
de mi extraño morir,14
de mi modo de andar meditabundo.15
Alfeñiques de oro,16
joyas de azúcar17
que al fin se quiebran en18
el mortero de losa de este mundo.19

Pero para las lágrimas de amor,20
los luceros son lindos pañuelitos21
lilas,22
naranjos,23
verdes,24
que empapa el corazón.25
Y si hay ya mucha hiel en esas sedas,26
hay un cariño que no nace nunca,27
que nunca muere,28
vuela otro gran pañuelo apocalíptico,29
la mano azul, inédita de Dios!30

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