Una Ciudad que Despierta, Martín Ezequiel Sosa

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Amanece y la ciudad respira,1
como un gigante que estira los brazos,2
los semáforos parpadean su lira3
y despiertan los pasos y abrazos.4

Los trenes cantan su melodía,5
las persianas suben con esfuerzo,6
y cada café, en su calidez fría,7
abraza al que aún camina disperso.8

Las bocinas saludan el alba,9
el vendedor ya grita su pan,10
la ciudad late, jamás se embalsama,11
es un pulso vivo y sin final.12

Los taxis dibujan nuevas rutas,13
las veredas guardan los secretos14
de amantes, de almas diminutas,15
de sueños caídos y completos.16

Una madre corre al colegio,17
con su niño de mochila azul,18
y un artista pinta su sortilegio19
en el muro de un barrio sin tul.20

Los parques bostezan temprano,21
las hojas tiemblan en su vaivén,22
y un perro, libre y sin humano,23
decide a quién seguir en su edén.24

Cada rincón guarda una historia,25
cada rostro un poema sin tinta,26
la ciudad despierta con su euforia27
y con su nostalgia que nunca se pinta.28

Porque no hay urbe que no sienta,29
que no ame, que no llore en silencio,30
y al verla despertar, una se enfrenta31
a su alma… y a su propio inicio.32

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